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Actualizado: 11 de junio de 2025


Canelo, a todo esto, cuando no se lamía los arañazos, poco profundos, que le rayaban la piel en muchas partes, jadeaba y gruñía, con el hocico descansando sobre sus brazos juntos y tendidos hacia adelante, pero con los ojos clavados en los oseznos que rebullían entre las asperezas del suelo y charcos de sangre, como gusanos muy gordos. No contaban, por las trazas, más de una semana de nacidos.

Y levantó la tapa del gran capazo de esparto atado a los varales del carro, buscando su provisión de cuerdas. Pero su mano tropezó con unas cosas sedosas que se removían y sintió al mismo tiempo débiles arañazos en su callosa piel.

La sangre de que estaba cubierto, su presencia en la casa, el vidrio arrancado, los arañazos de sus manos, y sobre todo la pérdida de su razón, hicieron creer un instante que él era el asesino.

De aquí, tiroteo de improperios y arañazos de cuñados.

Ella misma se encargaba de ir llenando el vaso del convidado con una bebida de su invención, á base de champaña, que anestesiaba la boca con arañazos de frescura y de cauterio y hacía subir á las fosas nasales un perfume de flores raras y especias asiáticas. Hablando de la difunta princesa, acabó por mencionar á su propia madre. Vivían las dos en abierta hostilidad.

Para su gloria mundial, jamás dinero tan bien gastado como los cinco pesos que cuesta oír una conferencia. El conferencista, al llegar a u país, olvida con la distancia los arañazos de los remotos «doctores» y sólo ve el cheque que guarda en la cartera.

Retírase luego el Iman, dejándolos solos. El novio prueba á besar y abrazar á la novia, defendiéndose ésta á mordiscos y arañazos; logra él cogerla; ella chilla y huye, y así se están una hora larga, corriendo el uno en pos del otro entre las risas de ella y los juramentos de él, hasta que el padre penetra en la habitación, manifestando que puede darse por satisfecho de la pureza de su hija, y entonces el novio deja la casa para ordenar los preparativos de la boda, que empieza aquella misma noche y dura otras dos más, con grandes comidas, bromas y jaleo de los convidados.

Flimnap pasó una segunda noche sin dormir. Tenía ante sus ojos á todas horas el rostro doloroso del gigante caído. Contemplaba sus manos cubiertas de sangre, su cuello surcado por dos profundos arañazos, su gesto de cólera impotente, que hacía recordar la desesperación pueril de un niño abandonado. ¡Morir así! murmuraba el vencido . ¡Acabar á manos de este hormiguero de hombres-insectos!...

La enferma, arrodillada ante el altar sin soltar los zapatos, mostrando por entre las faldas las plantas de los pies amoratadas y sangrientas por los arañazos de las piedras, repetía el estribillo al final de cada estrofa, implorando la protección de la Virgen. Su voz sonaba débil, triste, como un vagido de niño enfermo.

Muchas veces se presentaba en el Círculo Caballista con arañazos en la cara o amoratadas señales. Con esa no puedes le decían los amigos en un tono de compasión cómica. Es mucha mujer para ti. Y celebraban la energía de Lola, la admiraban, con la secreta esperanza de ser algún día de los favorecidos.

Palabra del Dia

rigoleto

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