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Actualizado: 23 de mayo de 2025
¡Si yo creo que hasta debe de tener miseria, mujer! apuntó una delgadita como un mimbre, que oscilaba mucho al andar y se chupaba un dedo en cuanto se paraba . ¡Cómo se arrasca! Oye, tú dijo al oído de la anterior, abriendo mucho los ojos y enarcando las cejas, una pequeñuela, muy nerviosa y asombradiza . ¡Si traerá la navaja! ¿Qué navaja? preguntó la delgadita, no muy segura de su valor.
La Regenta se inclinó un instante para recoger una servilleta del suelo, y don Víctor hizo a Mesía una seña que quería decir claramente: Me estorba esa; si se fuera... hablaríamos. Mesía encogió los hombros. Cuando Ana levantó la cabeza sonriendo a don Álvaro, este, sin verlo Quintanar, apuntó a la puerta sin mover más que los ojos.
El mundo injusto y cruel como siempre condena a aquella pobre mujer, la persigue y la maldice. Sin embargo apuntó la condesa que presumía de dialéctica sutil , la responsabilidad que el mundo exige a la mujer no se funda precisamente en la conciencia o inconsciencia de su capricho, sino en las consecuencias que consigo arrastra.
Me acerco muy despacito.... El ruido seguía, dale que tienes. Me acerco más.... Ya no me cabe duda de que hay allí escondida una pieza. Armo..., apunto..., disparo.... ¡Pum, pum!... ¿Y qué creerá usted que maté, señor canónigo?». «¿Cómo demonios lo he de saber?
El toro llegó con furia; el hombre de la pluma blanca, arrancó una pistola del arzón, apuntó y disparó con tanta habilidad, que el toro cayó mugiendo a los pies de su caballo.
¿No nos contaba ayer que dejó tres novias en Londres? apuntó Barbarita, que gustaba de buscarle la lengua. Sí; pero a esas no las quiero replicó Moreno con la ingenuidad de un niño.
En aquel momento, un hombre fornido, de piernas largas como las de una garza real, y cargado de espaldas, pasó corriendo por detrás de la pared, gritando: ¡Que vienen!... ¡Sálvese el que pueda! Hullin palideció. Es el amolador del Harberg dijo Juan Claudio, rechinando los dientes. Frantz no dijo nada, y, llevándose la carabina al hombro, apuntó e hizo fuego.
En tanto D. José se dio con toda su alma a la gran tarea de abrir las cuentas en los libros. Con una importancia y gravedad indecibles, apuntó gastos e ingresos, sin olvidar lo más mínimo; cargó y abonó; dibujó preciosos números, tiró líneas con regla, hizo cuentas de varios a varios, de imprevistos, de suplidos y de deudores varios.
Fulminando ira de sus ojos, Gracián gritó: ¡Canallas!... ¡Masones! y alzando el mueble apuntó a la cabeza del capitán de la vil tropa.... Pero en mitad de su movimiento fue herido en el costado con golpe certero, instantáneo. Vaciló en el aire el facistol. El mueble y el cuerpo enorme del clérigo cayeron de un golpe. Estremeciose el piso.
Tres guardias obedecieron pero el hombre siguió de pié; hablaba á gritos pero no se le entendía. El Carolino se detuvo, creyendo reconocer á alguien en aquella silueta que bañaba la luz del sol. Pero el cabo le amenazaba con ensartarle si no disparaba. El Carolino apuntó y se oyó una detonacion. El hombre de la roca giró sobre sí mismo y desapareció lanzando un grito que dejó aturdido al Carolino.
Palabra del Dia
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