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Actualizado: 22 de junio de 2025
Cada uno de esos hoteles está siempre repleto de viajeros que se suceden y renuevan sin cesar, llegando de todas las comarcas de Europa y dispersándose en direcciones diversas; y por la gran alameda como por los jardines y prados vecinos circulan sin cesar los alegres y apuestos grupos de viajeros, ya visitando las tiendas para comprar curiosidades; ya paseando á caballo ó en ligeros cochecitos en solicitud de los admirables paisajes de las montañas vecinas; ya haciéndose recíprocas visitas, yendo al tiro de carabina, ó dirigiéndose por las mañanas á la elegante Casa de conversacion á tomar los zueros medicinales, ó por las noches á bailar, divertirse, y no pocas veces amontonarse, á horas avanzadas, al derredor de la carpeta verde, plaga inevitable de casi todos los sitios á la moda en Europa durante los veranos.
Cuando los apuestos guerreros de la Guardia hubieron dado fin á su infructuoso registro, los del gobierno municipal se retiraron con una expresión de ambigüedad inquietante. Que todo continúe aquí lo mismo dijo uno de ellos al profesor . Mañana veremos qué es lo que dispone el Consejo Ejecutivo. Este «mañana» inquietaba á Flimnap.
Butrón y Morel tomaron asiento y Roger no tardó en distinguir entre los grupos de apuestos caballeros á uno que hacia él se dirigía y á quienes todos saludaban con respeto y miraban con evidente interés.
Y a los dos días el maestro y su apoderado salieron por la tarde del barrio de la Feria, como apuestos garrochistas, entre la expectación de la gente que se asomaba a las puertas y se agrupaba en las aceras. Van a Tablada decían . Hay derribo de reses.
En compañía del duque de Lancaster llegaron á Pamplona, con la vanguardia inglesa, los reyes de Mallorca y de Navarra y el impaciente Don Pedro de Castilla. También se contaban allí apuestos caballeros gascones, procedentes de Aquitania y de Saintonge, de La Rochelle, Quercy, el Lemosín, Agenois, Poitou y Bigorre, con los pendones y fuerzas de sus distritos respectivos.
Tres días después pudo Margarita convencerse de que su ilustre amiga y madrina se equivocaba por completo... Pedro López había dicho, y millares de lectores lo vieron en La Flor de Lis, que el ángel de la caridad había sentado sus reales en el palacio de la celestial condesa de Albornoz... Fuese o no esto cierto, éralo, sin embargo, que de los cuatro ángulos de la Villa y Corte afluían al palacio preciosos regalos para la kermesse, patrocinada por la dama, que iban quedando expuestos al público con grande primor colocados en los varios salones; por las noches, en uno de ellos espléndidamente iluminado y en torno de una larga mesa cubierta por rico tapiz de tintas oscuras, agrupábase un risueño enjambre de jóvenes doncellas y apuestos donceles así los llamaba Pedro López que, barajados y confundidos, formando parejas, y más pegaditos entre sí ellas y ellos de lo que la temperatura ordinaria pedía de suyo, dedicábanse a la caritativa tarea de hacer hilas para los infelices heridos del Norte.
Te voy á dar la lista completa de los hombres que con ella han hablado en estos dos meses: tú y nuestro camarada Gualtero de Pleyel, el padre Cristóbal, del priorato, el pajecillo Rubín y yo. ¿Sabes de algún otro? No por cierto, respondió Roger; y ambos apuestos jóvenes siguieron cabalgando en silencio hasta llegar al castillo.
Pero antes de separarnos, entregadme, os ruego, uno de vuestros guantes, que lo quiero llevar al frente de mi casco en torneos y combates, como prenda de la mujer amada. Dejad, barón, que yo soy vieja y nada hermosa y los apuestos señores de la corte se reirían de vos si os proclamaseis paladín de tan pobre dama.... ¡Oid, escuderos! exclamó el señor de Morel.
Dicen que no soy feo, pero soy desmañado, torpe, corto de genio, poco ameno; tengo trazas de lo que soy; de un estudiante humilde. ¿Qué valgo yo al lado de los gallardos mozos, aunque algo rústicos, que han pretendido a Pepita; ágiles jinetes, discretos y regocijados en la conversación, cazadores como Nembrot, diestros en todos los ejercicios de cuerpo, cantadores finos y celebrados en todas las ferias de Andalucía, y bailarines apuestos, elegantes y primorosos?
Los apuestos caballeros, vestidos de brillantes sedas, salían al coso, jinetes en sus corceles, para alancear la bestia o rejonearla ante los ojos de las damas. Si el toro llegaba a desmontarlos, tiraban de la espada, y con ayuda de los lacayos daban muerte a la bestia, hiriéndola donde podían, sin ajustarse a regla alguna.
Palabra del Dia
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