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Actualizado: 15 de junio de 2025
Era entonces cuando buscaba enardecida los libros devotos para aplacar en los manantiales de su doctrina la sed y la fatiga del corazón. En aquel libro de tapas azules y letras de oro que Salvador le enviara en secreto, con una carta insinuante y tierna, había leído Carmen con emoción: «No traigas yugo con los impíos, porque ¿qué comunicación tiene la justicia con la injusticia?
Roger quiso con dinero aplacar al padre por la muerte del hijo, pero Gregorio menospreció el dinero, y al agravio del hijo muerto se añadió la afrenta del ofrecimiento: con que el bárbaro quedó irritado, aunque encubrió la ofensa para mayor venganza.
Esteven dijo que iría al Ministerio y haría que Eneene destituyera a don Pablo Aquiles. ¡Eso, eso exclamó la señora, que les corten los víveres y que vayan a pedir limosna! Pasado el chubasco, Susana consiguió aplacar los ánimos y obtuvo la promesa de que nada se intentaría contra la desgraciada familia.
Antes de quince días se embarcarían en Cádiz. ¡Huir, huir cuanto antes de una tierra de patíbulos, donde los fusiles tenían la misión de aplacar el hambre, y los ricos le tomaban al pobre la vida, la honra y la felicidad!... Cuando lleguemos continuaba Rafael serás mi mujer. Repetiremos nuestras pláticas de la reja. Mejor aún.
No citaré ninguno de esos casos; pero, ¿quién no recuerda en Bogotá la historia terrible de aquel anciano que habiendo ofendido involuntariamente a un hombre joven y de pasiones profundas, le pidió públicamente perdón, se arrodilló a los pies del arzobispo para que éste evitara el encuentro a que su adversario lo incitaba de una manera implacable; hizo, en una palabra, cuanto es dado hacer a un hombre para aplacar a otro?
El obrero sin trabajo, al volver a su frío tugurio, donde le aguardaban los ojos interrogantes de la hembra enflaquecida, dejábase caer en el suelo como una bestia fatigada, después de su carrera de todo un día para aplacar el hambre de los suyos. «¡Pan, pan!» le decían los pequeñuelos esperando encontrarlo bajo la blusa raída.
Para aplacar esas manifestaciones de descontento, en lo posible, acostumbraban los poetas en las loas solicitar la indulgencia, el silencio, etc., del público; así se comprenden las siguientes palabras, que leemos en un entremés de Luis Benavente : LORENZO. ¡Piedad, ingeniosos bancos! CINTOR. ¡Perdón, nobles aposentos! LINARES. ¡Favor, belicosas gradas! BERNARDO. ¡Quietud, desvanes tremendos!
Al ver que los hechos no correspondían a sus esperanzas, tornábanse hipocondríacos y desesperadamente fanáticos, creyendo sus fracasos castigos de Dios y entregándose a una devoción cruel para aplacar a la Divinidad.
El hijo del emir, los altos funcionarios de palacio, cuantos rodeaban á el Hakem le suplicaban con instancia que les permitiese salir para aplacar el tumulto con palabras de paz y de concordia; pero el Hakem, sediento ya de sangre, no quiso escuchar mas que la voz de sus pasiones.
Ana y S. Benito, y dentro de la iglesia, para aplacar la cólera divina manifiesta en la terrible peste que padecia la ciudad. 1443 y siguientes.
Palabra del Dia
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