Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de junio de 2025
Por eso me jallaste tan campante a la venida y me has visto ir tirando así hasta ayer, como quien dice... hasta que vino lo que yo había visto venir otras veces sin apurarme por ello, y no sé si te diga que con gusto... ¡con gusto, trastajo! porque cuando hay buena salud, la tierra no tiene salsa si nos está cantando siempre una misma solfa... y sin cambiar de ropajes... Digo que fui tirando tal cuál hasta que llegó la primer cellerisca, ésta que todavía está pasando, mientras llega, por las señales, otra más dura de pelar que ella; y se apagó el sol de día, y se cerraron puertas y ventanas, y empezó a faltar de noche la gente de la cocina, y a no haber fin para las horas de la cama ni punto de sosiego para el mal pensar de la cabeza.
Sólo cuando alzó la ropa del lecho y metió una pierna dentro se le oyó claramente decir: «¡Que elegancia, qué distinción!» Y más tarde, cuando apagó de un soplo la luz de la bujía y se zambulló en las sábanas, también se le oyó murmurar: «Muy linda: tiene un tipo ideal, pero ¡es tan cursi la pobre!» Un día más.
Pilar murió un mes más tarde; su vida se apagó dulcemente en brazos de Pablo y de Casilda, después de besar al pequeño Aquiles, o Quilito, como ella le decía.
En el momento mismo en que creía aferrar la prueba tan ardientemente deseada, acababa de anonadarla una vez más el convencimiento de su impotencia. ¡Su hija, su pobre hija, iba a ser encerrada en una casa de locos, perdería en ella la razón, y sin duda alguna moriría! Esta certidumbre le desgarró el corazón, apagó el último fervor de su esperanza y abatió la fuerza de espíritu que aún le quedaba.
Soy tu amigo hasta la muerte. ¿Verdad que soy tu amigo? ¿Verdad que lo soy?... Dí que sí, manteca de oro... Hasta la vista, ¿eh? ¡Muchos, muchos, muchos besos! Y á Velázquez... á Velázquez que se lo coman los lobos añadió soltando la carcajada y saliendo por la puerta como un huracán. Al poner el pie en la calle, aquel relámpago de alegría ficticia se apagó repentinamente.
Quedó sorprendida al verme y se apagó súbitamente la sonrisa que contraía sus labios. Sin duda por aquella puerta no entraban las visitas, y sí sólo las mandaderas del convento o alguno de sus dependientes. Y vino la pregunta consabida. ¿Qué se le ofrecía a usted? ¿Se puede ver a don Sabino? Tuve que repetirlo otra vez.
Figúrate que cuando va de viaje y en alguna casa le ponen sábanas con guarnición, tiene la paciencia de deshacer la cama para meter los encajes debajo del colchón..., a los pies... A mí tampoco me gustan, pero si me las ponen, me conformo... Papá tiene muchas manías: todas las noches se ha de quedar dormido con el cigarro en la boca... Yo ando cerca de su cuarto dando vueltas hasta que observo que se duerme, y entonces entro muy despacito, le quito el cigarro de la boca y apago la luz... ¡No tires tanto, que ya me duelen los brazos!... La verdad es que te obligo a hacer unas cosas bien impropias de un militar, ¿no es verdad?
Lázaro se retiró, empujado por ella precipitadamente. Entró corriendo en su cuarto antes que Coletilla llegara, y arrojándose en el lecho, fingió que dormía. El fanático entró poco después y se acostó murmurando. Cuando apagó la luz, Lázaro se incorporó en su lecho con mucha cautela, y asomándose por una ventana que daba al corredor, miró hacia afuera.
Todo su cuerpo se estremeció como el mástil de un barco al golpe del viento. Por un instante pudo creerse que el fiero león caía sobre el gato y lo deshacía entre sus garras; mas la chispa se apagó sin causar estrago. Quedóse otra vez pálido, bajó los ojos y de ellos brotó una lágrima ardiente y silenciosa. Lo único que sus labios trémulos murmuraron fué: «¡Señor!» de un modo casi imperceptible.
La bujía colocada encima de la mesa estaba a punto de consumirse. De pronto el pábilo vaciló, cayendo sobre la esperma liquidada, brilló un momento con mucha intensidad, y se apagó. Las tinieblas aminoraron el pudor de Cristeta y dieron valor a don Juan.
Palabra del Dia
Otros Mirando