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Actualizado: 19 de julio de 2025
El departamento que ocupaba era una construcción ligera, añadida treinta años antes al edificio. Las cuatro piezas de que se componía estaban separadas por tabiques de madera. La antesala daba por un lado al salón y por el otro a un largo corredor que conducía a la habitación del duque.
Tuvo, pues, ocasión de ir pasando revista, según entraban, a todas las personas que fueron a la tertulia aquella noche. Rafaela no aparecía y el Vizconde casi había perdido la esperanza de que apareciese, cuando al fin la anunció en voz alta un criado, diciendo desde la antesala: La señora de Figueredo y el Barón de Castell-Bourdac.
No estaba en su casa y me comprometí en vano. No pude hacer más que escribirle dos palabras, que le dejé bajo sobre en la antesala. Le suplicaba que llevase anoche a casa de la Marquesa esa prueba de mi locura, y que la depositase en un rincón de la biblioteca, donde la hubiera yo sacado sin que nadie lo notase. La fatalidad ha querido que su criado no le diese mi esquela.
Tentaciones tenía a menudo de detener a don Paco cuando pasaba por la antesala, de decirle que se arrepentía de haberle escrito la carta despidiéndole y de encomendarle que no entregase a doña Agustina el corazón, porque ella le quería para sí y le cuidaría con más regalo y mimo que ninguna otra mujer de la tierra.
Las señoras, que aguardaban en la antesala, decían en voz de falsete a las que entraban: «Se está despidiendo, se está despidiendo de su padre... Don Mariano no quiere ir a la ceremonia.» Después apareció otra vez María, risueña y serena como antes, diciéndoles: Vamos, señores; en marcha.
Á pesar de eso todos convinieron en que con su rusticidad á cuestas se quedarían de buen grado con ella. Después de largo vacilar Demetria se resolvió al cabo. Se dirigió á uno de los criados que había en la antesala y le dijo: Deme usted el abrigo. ¿Va á salir la señorita? Sí; voy á casa. Pepe volvió á decir el criado dirigiéndose á otro, enciende un farol y acompaña á la señorita.
Déjeme, señor, sosegada; no trate de sacarme de mis casillas. ¡Jesús!, bonita se pondría doña Inés sí llegase a entender que vuecencia andaba requebrándome y que yo le oía faltando al decoro que se debe a esta casa tan respetable. Y con estas palabras o con otras por el estilo se apartaba Juanita de don Andrés y se iba a otro extremo de la antesala.
Hasta por amor propio quería a toda costa triunfar de Juanita. Ardua era la empresa, pero él no se la figuraba tan ardua. Juanita había coqueteado con él y le había provocado. Era cierto que, cuando la besó en la antesala, ella le rechazó con furia; pero ¿no fue, acaso, furia fingida porque entró don Paco y le vio entrar ella? Don Andrés dio por seguro que fue furia fingida.
Las noches en que se acostaba temprano, reflexionaba el solitario con los ojos abiertos, viendo deslizarse la luz difusa estelar o el resplandor de la luna por los maderos entreabiertos. Era esa media hora en la que se ve todo el pasado con una percepción sobrenatural; antesala del sueño, por la que pasan los recuerdos más remotos.
En el centro se echa de menos el escudo de las armas reales que debia existir anteriormente: en los cuatro que corresponden á sus lados se ven dos yugos y entre ambos la inscripcion de TANTO MONTA: en los restantes tan solo un yugo. La antesala que comunica el salon con el gabinete de Sta.
Palabra del Dia
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