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Actualizado: 18 de junio de 2025
Bajo el azulado velo del sereno firmamento en aquel feliz momento de olvido y de loco anhelo, quisiera emprender el vuelo hacia recuerdos hermosos, que brillan esplendorosos en medio de mis dolores y ofrecen consoladores las dulzuras de mi cielo.
Pues tan verdad como los Evangelios es esto que estoy diciendo. En otra ocasión me enfadaría dijo la madre al ver la exageración de tu benevolencia. Hoy mi espíritu está quebrantado: anhelo la tranquilidad y te perdono. ¿No me deja usted decir otra cosita que me falta? Acaba de una vez. Yo quiero ver a Inés. ¡Verla! exclamó con enfado doña María . Mis hijas no estiman sin duda su dignidad.
El de Luzmela vió cómo se agitaba en este anhelo la vanidad del joven; vaciló un momento, y luego dijo con firmeza: Ya sabes que ésta no es hora de mentir. Salvador: tu padre era un campesino de origen humilde lo mismo que tu madre. Y, ¿vive? Emigró, y ya no se supo más de él. ¿Era soltero? Lo era. ¿Y jamás consintió...? ¿En reparar su delito?... ¡Nunca!... ¿No te digo que nada le debes?
El anhelo de casar a sus hijas gozaba tanta vida en el fondo de su ser como el desprecio de la fuerza armada. ¡Cuánto le pesaba de haber vociferado tanto contra ésta! En su tribulación llegaba a deplorar que Núñez perteneciese al arma de infantería. Si fuese siquiera marino, disminuiría la gravedad del conflicto.
Su principal anhelo era llegar á la altura donde esperaban rescatar á algunos de sus amigos.
Siempre insensible al amoroso anhelo Tuve el ingrato corazón vacío: Mi llanto, agora, por el bien ansío, Lava presta será de un Mongibelo. ¿Quién, sino tú, señora, a tal mudanza Forzó a mi pecho helado y enemigo De todo amor y todo rendimiento, Que hoy espero sin sombra de esperanza, Vivo muriendo, y hallo mi castigo En la llama de amor que es mi tormento?
No es la piedad, no es el amor a vuestros semejantes quien os mueve, sino el anhelo de la salvación propia y el miedo del infierno. Alambicando de esa suerte contestó el padre Enrique , no hay amor, por desinteresado que sea, cuya raíz no esté en el amor propio. Las palabras mismas lo declaran. ¿Qué es la compasión?
Y movido por este anhelo, con voz sumisa y débil, no en una vez sola, sino en varias veces, en diferentes visitas que el Padre Ambrosio le hizo, le fue manifestando en breves discursos su pensar y su sentir más íntimos.
El anhelo de íntima perfección se funda, por otra parte, en no ensañarnos a nosotras mismas, ni en pensamiento ni en obra. ¿Engañar a los demás? Tampoco, ya que a la legua se ve que está pintada una cara. Y aunque no se viera, la intención del engaño no sería menos censurable. Entre la mujer que se pinta y la máscara no hay más diferencia que de grado de enmascaramiento.
Absorbía el aroma de su aliento; sueño constante de mis sueños era; su hermosa imágen en mi sér vivia, y al sentir su contacto, de temor y placer me estremecia. Y guardo en mi memoria mil cantares que yo la oía, ó que escuché con ella; recuerdo con anhelo los lugares donde la ví una vez; y hasta las flores que su mano cuidaba, me han dejado recuerdo de su aroma y sus colores.
Palabra del Dia
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