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Actualizado: 12 de junio de 2025
En medio de mi acerbo dolor, de mis crueles angustias y de las escenas más tristes, Dios me concedió la gracia de una fuerza, de una resistencia y de una confianza en mí misma, que era, a buen seguro, el fruto de las oraciones que se le han hecho para nosotros, y en las que reconocí particularmente su eficacia, viendo el admirable estado de espíritu de mi pobre hija durante sus últimos momentos.
San Pablo fué también el apóstol áspero de la castidad. Más vale casarse que abrasarse; pero la castidad es madre de la fortaleza. Una noche de insomnio, meditando y cavilando sobre lo que habría sido de Angustias, creí oír una voz interior, una voz que resonaba con misteriosa certidumbre: «Esa mujer está perdida. A esa mujer la has perdido tú.
Si le pedía a Angustias que le diese el cosmos, la niña, por experiencia, ya sabía que le tenía que entregar aquel libraco, el cual, para ella, era tan lógico que se llamase cosmos como que se llamase diccionario.
Calló un instante, concentrando su pensamiento, para añadir con el mismo tono que si hiciera una confesión: Los hombres no pueden comprender las angustias y las ambiciones de las mujeres de ahora. Necesitamos para vivir muchísimo mas que las hembras de otros tiempos. El automóvil y el collar de perlas son el uniforme de la mujer moderna.
Con mil angustias y rodeos, y sin saber él mismo lo que se decía, comenzó su triste tarea, viniendo a decirle al cabo que su hijo estaba enfermo en Madrid y muy grave. La pobre mujer saltó de la silla blanca cual un papel, extrañada y casi irritada como si fuese aquello una broma horrible que vinieran a darle. ¡Imposible! gritó . ¡Si me escribió ayer! ¡Si tengo yo aquí la carta!...
Se han puesto en cama y toda la casa está a oscuras, menos aquí, en mi cuarto. Con tal que no se despierten. ¡Qué raro me parece estar así, sola completamente, a esta hora, mientras todo el mundo duerme! Es como si esto fuera la soledad de mi vida misma. Pero en medio de este silencio, tengo en mí como una gran dulzura. Estoy libre de las angustias que me dominaban.
«Es cosa perdida. Hagamos cuenta de que se lo han llevado los demonios. Está viviendo con Modesto y Angustias en un cuarto de la calle de Ministriles que más parece ochavo que cuarto. Modesto sirve en un almacén de vinos, y Palo con ojos va al río. Vivirían si él no bebiera tanto. Es un pellejo con pies y manos.
Con el alba despertaron muchos sintiendo las angustias de una sed devoradora, y sus mujeres e hijos salieron a traer agua de los arroyos vecinos. ¡Poder de Dios! Los arroyos estaban secos. Hoy es Tintay una pobre aldea de sombrío aspecto, con trescientos cuarenta y cuatro vecinos, y sus alrededores son de escasa vegetación. El agua de sus arroyos es ligeramente salobre y malsana para los viajeros.
Pon ahora celos tormentosos, ansiedades, odios ardientes, angustias, todo, en fin, como en las ciudades; sólo cambian los trajes; en lugar de frac, chiripá; en vez de vestido de seda y escote, una faldilla de percal y un pañuelo al cuello. Pero, por debajo de unos y otros atavíos, los instintos son los mismos y los corazones arden igual. Por lo demás, mi vida trascurre dulcemente.
El proteger a un ser débil, desarmado, ignorante del peligro y que se fía de nosotros, es misión de una terrorífica dulzura. En aquella noche de viaje comprendí los transportes y las angustias del amor, todo ternura y todo temor; lo comprendí viendo dormir a aquella niña casi desconocida de la que una ironía de la suerte me hacía en aquel momento único protector.
Palabra del Dia
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