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Actualizado: 12 de noviembre de 2025


19 Mas vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, diciendo: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora, pues, poneos delante del SE

Y su sonrisa expresaba satisfacción al ver una vez más que los grandes hombres del arte, los valientes, sufrían las angustias de una doble necesidad, producto de la emoción, lo mismo que él en los tiempos que descendía a los redondeles de los pueblos.

A este tiempo en la ciudad de la Asunción el R. P. M. Fr. Joseph de Zerza, comendador del convento de Nuestra Señora de la Merced, amigo muy íntimo del siervo de Dios, por haber sido su discípulo en la filosofía, le vió entrar en su celda y le dijo con tierno afecto: Hijo, encomiéndame á Dios, porque me hallo en grandes angustias.

Y Carmen, en medio de sus angustias, fué hábil y prudente para mentir poco y disculpar a la gente de la casona, viniendo a declarar, en suma, que era su voluntad seguir viviendo con aquella familia.

Es preciso que te distraigas y no te encierres en una alcoba de enfermo. Liette no regateaba nada de esto; era muy feliz. Después de las mortales angustias que acababa de pasar, su corazón se dilataba con esta nueva esperanza: ¡Dios me conservará mi madre! Bien puedes dar las gracias a ese buen don Raúl decía la enferma; sin él, nunca me hubiera decidido a semejante viaje.

De vez en vez, transitaba una mujeruca, con el refajo de bayeta amarillo limón levantado, a modo de mantellina, sobre la cabeza, calzada con almadreñas, que levantaba en las losas un eco funerario, como si caminase sobre tumbas vacías. ¿Qué le sucedería a Anselmo? ¿Estaría enojado? ¿Sería contrario al matrimonio de don Pedrito y Angustias? ¿Habría averiguado que el anónimo al Padre Alesón era obra de Felicita? ¡Dios mío, Dios mío, qué incertidumbre congojosal Felicita lloraba silenciosamente, deseando la muerte.

¡Y pensar que ella, que había derrochado tantos miles de duros y vivía con cierta ostentación, pasaba angustias por unos cuantos miles de reales...! El recuerdo de su hermano se aferraba tenazmente a su memoria. ¡Ah, maldito avaro!

Después se puso a rezar por lo bajo; y a medida que se le calmaban las angustias iba cerrando los ojos, hasta que acabó por quedarse dormido; y así dormitando y despertando a cada instante, pasó mucho tiempo.

¡Eso me parece muy natural! ¡Ah!... ¡!... «¡muy naturalLlevarme tribulaciones, angustias, conflictos de todo género, para que yo los consolase o los arreglara y el día que me tocaba quejarme a , encontrarme solo entre las cuatro paredes de mi cuarto. ¡Pero no puedes decir eso, Melchor! ¡ menos que nadie! ¡Bah!... Con excepción de Ricardo y de ti, ¿dime? ¿cuáles son mis amigos ahora?

Pero no hubiera sido para él un esfuerzo de libre pensamiento tal como jamás lo había intentado; y hubiera tenido que hacer ese esfuerzo en un momento en que toda su energía se hallaba absorbida por las angustias de su fe perdida.

Palabra del Dia

sans-faon

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