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Actualizado: 27 de julio de 2025
Ambos contendientes seguían en pie; se miraban como extrañados de que no hubiese ocurrido nada. De pronto, el barón echó a correr hacia su enemigo, éste avanzó a su encuentro, y chocaron ambos sus pechos, mientras los brazos se cruzaban espontáneamente en un estrujón amoroso.
Mas aun que no todo es misterio, todo es acuerdo, y quiso Dios en este fracaso piadosamente amoroso advertirles cuan cerca habían estado de su ruína, los que no la merecían quizá menos que la que la padeció.
Todo el edificio fantástico elevado en el curso de sus diálogos se habían venido abajo por un simple encontrón de la realidad. Y Ojeda salía de esta aventura con una gran inquietud de conciencia. ¿Qué hacer ahora?... ¡Pobre Mina! Ella había sido la primera en darse cuenta de la tristeza y el desaliento que habían seguido a su delirio amoroso.
Digo, en fin, señora doña Rodríguez, que, como vuestra merced salve y deje a una parte todo recado amoroso, puede volver a encender su vela, y vuelva, y departiremos de todo lo que más mandare y más en gusto le viniere, salvando, como digo, todo incitativo melindre.
Doña Luz sabía que D. Jaime había sido adorado en Madrid; y, al verle tan prendado, tan rendido y tan amoroso y humilde, se llenaba de orgullosa complacencia, juzgándose mil veces más amada que todas sus antiguas rivales.
Con todo su talento no podía Juan darse explicación satisfactoria del interés, de la curiosidad o afán amoroso que despertaba en él una persona a quien dos años antes había visto con indiferencia y hasta con repulsión. La forma, la pícara forma, alma del mundo, tenía la culpa.
Una noche, hallándome, como de costumbre, en coloquio amoroso, se me presentó de improviso un chico, trayendo en la mano una batea de cañas de manzanilla. Acercose a mí y me dijo: De parte de unos señores que están ahí bebiendo, que haga usted el favor de beber a la salud de la señorita.
Los cañones pintados de gris, las cureñas, los armones, todo lo había visto don Marcelo limpio y brillante, con ese frote amoroso que el hombre ha dedicado á las armas desde épocas remotas, más tenaz que el de la mujer con los objetos del hogar.
Camila dijo que ansí lo haría, aunque contra su voluntad. »Partióse Anselmo, y otro día vino a su casa Lotario, donde fue rescebido de Camila con amoroso y honesto acogimiento; la cual jamás se puso en parte donde Lotario la viese a solas, porque siempre andaba rodeada de sus criados y criadas, especialmente de una doncella suya, llamada Leonela, a quien ella mucho quería, por haberse criado desde niñas las dos juntas en casa de los padres de Camila, y cuando se casó con Anselmo la trujo consigo.
Recelaba la gente que los amores de Currito, por el Sol de Tarifa, eran fingidos o por lo menos fruto de anterior despecho amoroso y que estos amores ponían la mira, más o menos conscientemente, en dar picón a doña Ramona.
Palabra del Dia
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