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Actualizado: 27 de julio de 2025
Vendiómela de aburrido, Diciendo que no ha podido, Mientras la tuvo en poder, En ningun modo traer Al amoroso partido. Pusela en casa de un moro, Sin osarla traer acá, Y alli está donde ella está Todo mi bien y tesoro, Y quanta gloria amor da. Alli se ve la bondad, Junta con la crueldad Mayor, que se vió en la tierra, Y juntas sin hacer guerra Belleza y honestidad.
También le gustaba el Borgoña, y, sin embargo, no renunciaba al Jerez; comía con deleite las chochas y no prescindía del salmón. ¿Por qué, pues, había de limitarse a Cristeta, si su paladar amoroso estaba en disposición de saborear infinitos manjares? La pobre muchacha quedó condenada a olvido.
Pero bien sabe Dios que aqui me fuerza Pura necesidad, y esta reciba El cielo por disculpa de mi culpa. Ahora es tiempo, Aurelio, ahora puedes Asir á la ocasion por los cabellos, Mira quan blanda, dulce y amorosa La mora hermosa viene á tu mandado. Sale ZARA. Aurelio, solo estás? Y acompañado. De quién? De un amoroso pensamiento. Quién fue la causa?
Pero luego, no había que contar con ella: en la situación culminante del coloquio amoroso se quedaba insensible, entreteniéndose en seguir con la vista los dibujos del papel de la pared o contando las estrías de las columnillas de la cama. Hacía concebir grandes esperanzas y acababa prestándose al amor como a una servidumbre.
Empuñad una lanza vibradora, Abandonad el ócio y la molicie, Arrimad una mano protectora Antes que nuestra patria se desquicie Y arrastre en su caida soberana, La libertad, la gloria americana. ¡Oh patria! oh Buenos Aires! oh sueño de mi vida! Como inmortal recuerdo reinas en mi memoria Recorriendo los dias de dicha promisoria Que en tu seno amoroso, Buenos Aires, pasé.
Le parecía estar solo en el mundo, sin lazo de amor con algo que fuese un amparo..., y comprendía, sin embargo, que él era el producto de la abnegación ajena, del sacrificio amoroso en indefinida serie. ¡Oh infinito consuelo!
Desde aquí había escrito a Núñez una carta anunciándole que estaba resuelta a cortar el lazo amoroso que los unía. No queriendo decirle el motivo real que a ello le impulsaba y no siendo extremadamente hábil en el género epistolar, se perdía en una serie lamentable de frases sin sentido, reticencias y exclamaciones inútiles.
Y su egoísmo amoroso le hizo repetir una vez más las mismas exclamaciones: ¡Qué suerte que seas extranjero!... ¡Qué alegría verte libre de los peligros de la guerra! Julio sintió la irritación de siempre al oir esto. Le faltó poco para cerrar con una mano la boca de su amante. ¿Quería burlarse de él?... Era un insulto colocarlo aparte de los otros hombres.
La lucidez de mi amoroso anhelo entrevé tu límpida mirada, que a través de las sombras de tu velo me hiere el corazón como una espada. Marchando, silenciosa y recatada, hacia el altar, con religioso celo, pareces una virgen arrancada de las alturas del divino cielo. La nieve de tu frente se ilumina cuando el ungido tu presencia acierta y a darte el cuerpo de Jesús se inclina;
En otras circunstancias no le hubiese importado la pobreza; sabía que la falta de hacienda empujaba a las aventuras heroicas. Pero, ahora, su instinto presentía un amoroso desastre, a causa de aquellos bienes perdidos.
Palabra del Dia
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