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Actualizado: 27 de julio de 2025


Gloria me quería, me daba una cita, y esta cita tenía el singular atractivo para un poeta y un hombre del Norte de ser a la reja. ¡La reja! ¿Verdad que este nombre ejerce cierta fascinación, despierta en la fantasía un enjambre de pensamientos dulces y vagos, como si fuese el símbolo o el centro del amor y la poesía? ¿Quién es el que, por poca imaginación que tenga, no ha soñado con un coloquio amoroso al pie de la reja en una noche de luna?

Unas veces risueño, como en el día de pesca, acompaña el idilio amoroso de Andrés; otras veces es campo de palestra virgiliana para las barcas del cabildo de Abajo y del de Arriba; y en la prodigiosa galerna final parece que lleva consigo, al estrellarse contra las Quebrantas y salpicarlas de rabiosa espuma, todas las iras, todos los odios y todas las venganzas de los personajes. ¡Arte singular de Pereda: saber hacer paralelos de esta suerte los fenómenos de la naturaleza y los del espíritu!

Mira si te estará bien o te será posible deshacer lo que el cielo ha hecho, o si te convendrá querer levantar a igualar a ti mismo a la que, pospuesto todo inconveniente, confirmada en su verdad y firmeza, delante de tus ojos tiene los suyos, bañados de licor amoroso el rostro y pecho de su verdadero esposo.

Quiero decir con esto que Rosita amaba a muchos de sus tertulianos con una amistad parecida a la que un hombre puede sentir por otro hombre, con más cierta dulzura inefable que ella, por ser mujer, y mujer bonita aún, atinaba a poner en esta amistad, completamente ajena a todo sentir amoroso. El primero de estos amigos de Rosita era el Conde de Alhedín. Entre Rosita y el Conde no había secretos.

Es que la se asemeja mas al ascua que á la llama, y mas arde mientras mas la combaten los vientos de la tribulacion. Dios por otra parte sigue alentando á sus fieles y correspondiéndoles amoroso con recíprocos testimonios. ¡Pero cuán tremendo para sus enemigos es el modo de atestiguar del Señor de los mundos!

Esta figura que de cera es hecha, En el nombre de Aurelio fabricada, Será con dura mano y blanda flecha Por medio el corazon atravesada: Quedará luego Zara satisfecha De aquella voluntad desordenada, Y el helado cristiano vendrá luego Ardiendo en amoroso y vivo fuego.

Padre del cielo, en cuya fuerte diestra Está el gobierno de la tierra y cielo, Cuyo poder acá y allá se muestra Con amoroso, justo, y santo zelo; Si tu luz, si tu mano no me adiestra A salir deste caos, temo y recelo Que como el cuerpo está en prisión esquiva, Tambien el alma ha de quedar cautiva.

Pero entre tanto desatino amoroso, entre tanto deleite comprado, ni un solo latido de verdadera pasión.

Entre estos sofismas y la pasión y la constancia en el pedir dieron la victoria a Mesía, que si no pudo acallar los sobresaltos de Ana, quien a cada ruido creía sentir el espionaje de Petra, conseguía a menudo hacerla olvidarse de todo para gozar del delirio amoroso en que él sabía envolverla, como en una nube envenenada con opio.

Anduvo calles y más calles, retrocedió, dio vueltas a esta y la otra manzana, y la dama nocturna no parecía. Mayor desconsuelo no sintió en su vida. Si la encontrara era capaz hasta de hablarle y decirle algún amoroso atrevimiento. Se agitó tanto en aquel paseo vagabundo, que a las once ya no se podía tener en pie, y se arrimaba a las paredes para descansar un rato.

Palabra del Dia

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