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Actualizado: 7 de junio de 2025
Sentose sobre las rodillas del conde, y tirándole de la barba, exclamó conteniendo a duras penas los gritos, con una alegría reprimida que le brillaba en los ojos, que estallaba por todos los poros: ¿Lo ves? ¿Lo ves como hemos vencido? ¿Lo ves como se han salvado todos esos obstáculos que se te amontonaban en la cabeza y no te dejaban ver claro?
Podía decirse que su existencia pendía de un hilo, que podía romperse de un momento a otro. El temporal se desencadenaba entonces con furor increíble. A la primera noche de tinieblas había sucedido otra de fuego. Los relámpagos se sucedían casi sin interrupción, iluminando las masas de nubes que se amontonaban confusamente y corrían hacia el estrecho de Torres.
Junto á ellos, muertos también, tres servidores del castillo, destrozados é informes como si hubiera caído sobre ellos una manada de lobos. En la puerta inmediata, Duguesclín y el barón de Morel, á medio vestir y mal armados, tenían á raya á los asesinos; en los ojos de ambos guerreros brillaba con luz siniestra el fuego del combate y ante ellos se amontonaban los cadáveres enemigos.
Rodeábanla las mozas con sus panderos. Delante marchaba el capitán, portador del gran farol tradicional. Su uniforme resplandeciente causaba el asombro de aquellos campesinos, particularmente de los niños que se amontonaban en torno suyo devorándole con los ojos. Todos los años gozaban del mismo espectáculo y cada año les parecía más nuevo y sorprendente.
Su rostro sin color parecía una página borrada en la que no se veía brillar más que dos grandes ojos negros. Una masa de cabellos de oro, finos y frondosos, se amontonaban sobre su cabeza. Una hermosa cabellera es el último adorno de los tísicos; la conservan hasta el fin y son enterrados con ella. Sus manos transparentes caían a lo largo del cuerpo y se confundían con los pliegues del vestido.
Por delante de las grandes nubes de un color violeta obscuro que se amontonaban allá en el horizonte sobre las cuatro o cinco casas de El Moral cruzaban velozmente otras pequeñas y blancas como jirones arrancados de una gasa; signo cierto de borrasca. María sintió de pronto vibrar el cristal en que se apoyaba. Una ráfaga de aire y de lluvia había azotado con fuerza la ventana.
Aquellos hombres que salían de las cuevas negros, sudando carbón y con los ojos hinchados, adustos, blasfemos como demonios, manejaban más plata entre los dedos sucios que los campesinos que removían la tierra en la superficie de los campos y segaban y amontonaban la yerba de los prados frescos y floridos. El dinero estaba en las entrañas de la tierra; había que cavar hondo para sacar provecho.
Sus carnes abundantes guardaban cierta frescura, obra de los cuidados higiénicos y los ejercicios gimnásticos. En cambio, su rostro, de blanca piel, transparentaba una inundación subcutánea amarillenta, que parecía formada con olas de salvado. Sobre la antigua cabellera, de un tono rojo, se amontonaban los rizos artificiales ocultando calvicies y canas.
Muchos calculaban con ojos de codicia las cantidades que se amontonaban ante sus manos. Ya está en los trescientos mil... Tal vez tiene más... ¡Ojalá llegue á ganar millones!... ¡Qué gusto ver saltar al Casino!
Los trozos se amontonaban en su plato y desaparecían con una tan notable velocidad, que llegó un momento en el que mi tía, el cura y yo quedamos con el tenedor en el aire, contemplándole con honda admiración. Ya os había prevenido nos dijo riendo, que tenía una hambre de caníbal, lo que me sucede trescientas sesenta y cinco veces por año.
Palabra del Dia
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