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Actualizado: 21 de junio de 2025


En esta lucha casi reciente, cuyo triunfo saborean envalentonadas las gentes religiosas, y que esparcía en torno del enérgico jesuíta un prestigio de caudillo invencible, había roto doña Cristina los últimos restos de la intimidad puramente amistosa que aún existía entra ella y su marido.

, ciertamente; pero entretanto ¿qué noticias tiene usted de España? ¡Ah, diablo! ¿será verdad como creo haber leído esta mañana en la Revista de Ambos Mundos, que el joven duque de Villa Hermosa le propone á usted la terminación amistosa del pleito por medio de un casamiento? La señorita de Porhoet sacudió con un gesto desdeñoso el penacho de cintas ajadas que flotaba sobre su cofia.

Le cayeron en gracia y le ganaron la voluntad el respetuoso acatamiento y la amistosa dulzura conque la cigüeña la miraba. Confesó, allá en sus adentros, que la cigüeña sabía tratar a las gentes como merecían, y que, naturalmente, estaba dotada de exquisita buena crianza, aunque por ser crianza no aprendida, más bien debiera llamarse soltura fina o refinado tacto de mundo.

Al encontrar en la fisonomía de un extraño un reflejo de la personalidad del hombre a quien ella amaba, compréndese que aquella mujer demostrase a Delaberge la amistosa confianza que la vanidad le había hecho atribuir a sus méritos propios. Los hechos más insignificantes le sugerían ahora nuevos motivos de convicción.

Se hallaba por la tarde, como de costumbre, en el molino sentado al par de Rosa en grata y amorosa plática, cuando repentinamente se apareció por allí Tomás. Como nunca se le había ocurrido ir a aquella hora desde que Andrés frecuentaba el sitio, Rosa se inmutó muchísimo y el mismo joven se sintió también no poco turbado, aunque procuró disimularlo, acogiendo con sonrisa amistosa al molinero.

Era corpulento, rostro moreno y facciones bien acentuadas, enérgicas; el cabello y la barba, blanqueando ya por muchos puntos, fuertes, abundantes, encrespados; los ojos negros y hundidos de mirar imponente. En su fisonomía había una expresión de orgullo y fiereza que ni aun la sonrisa amistosa con que acogió al conde de Onís pudo extinguir por completo.

Y como si quisiera justificar sus palabras, dejó de sugestionar a la niña con su voz conqueridora y con su mirada magnética; la hizo llegarse a mirar los vestidos, y quiso hablar de ellos en conversación amistosa y festiva. Pero Carmen seguía extasiada ante una revelación luminosa que la poseía toda de extraña y honda felicidad.

Germana no se sentía humillada por su ignorancia ni ante la superioridad de su marido. La mujer se siente orgullosa de no ser nada en comparación del que ama. Pronto adoptaron el hábito de vivir juntos y de reunirse en el jardín para hablar y para leer. Lo que constituía el encanto de aquellas reuniones, no era la alegría; era una cierta serenidad tranquila y amistosa.

En sus momentos de efusión amistosa, que eran muy raros, me llamaba Maltranita, y eso que yo podía ser casi su padre, ó cuando menos un hermano muy mayor. Es cierto que los otros generales y ministros no eran, ordinariamente, de mayor edad. Cuando el viejo Carranza reunía los primeros funcionarios y héroes de la República, parecía un director de colegio pasando examen á sus discípulos.

Robledo creyó conveniente hablar para el restablecimiento de su amistosa cordialidad. Allá, la vida es dura, y sólo se conocen de muy lejos las comodidades de la civilización. Pero el desierto parece dar un baño de energía, que purifica y transforma á los hombres fugitivos del viejo mundo, preparándolos para una nueva existencia.

Palabra del Dia

rigoleto

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