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Actualizado: 21 de junio de 2025
¿Y la señorita Romanot, que acaba de casarse a los treinta y ocho años?... ¿Y la de Ormont, cuya cuadragésimasexta primavera ha conocido al fin los triunfos del matrimonio?... ¿Dónde me las dejas? Son ejemplos que no hay que seguir. Considero sencillamente esas uniones tardías como asociaciones amistosas y no como matrimonios. ¡Bah! todo lo que se busca hoy es una asociación amistosa.
Rafaela, con gracioso talento, con amistosa delicadeza, sin dar a conocer que notaba en el Padre aquel vicio y censurándole sólo en los otros, logró curarle de él radicalmente, y esto, hasta tal extremo de perfecta curación, que, según los informes que he podido adquirir, el Padre García en los muchos años, que para bien y provecho de las almas, ha vivido después, no ha fabricado una sola píldora siquiera.
De consiguiente, los viejos puritanos con sus capas negras y sombreros puntiagudos, no podían menos de sonreirse ante la manera bulliciosa y ruda de comportarse de estos alegres marineros; sin que excitara sorpresa, ni diese lugar á críticas, ver que una persona tan respetable como el anciano Rogerio Chillingworth entrase en la plaza del mercado en íntima y amistosa plática con el capitán del buque de dudosa reputación.
Leonora no era la misma de la noche de la inundación. Pasado el encanto del peligro, la novedad de la aventura, lo extraordinario de aquella entrevista, trataba a Rafael con amistosa calma, como a uno de los muchos que en la vida habían girado en torno de ella.
A su regreso encontró a sus compañeros sentados en amistosa conversación alrededor del fuego, pues el aire había refrescado en extremo y el cielo se cubría de espesos nubarrones. Flora estaba hablando de una manera expansiva con la Duquesa, que la escuchaba con un interés y animación que desde hacía mucho tiempo no había demostrado.
Sintió Ulises la placidez amistosa que inspiran los paisajes contemplados en la infancia. El había visto muchas veces este mismo panorama, con sus bailarinas y su volcán, allá en su caserón de Valencia: lo había visto en los abanicos del llamado «estilo romántico» que coleccionaba su padre. Freya experimentó una emoción igual á la de su compañero.
Me explicó el doctor que el señor Domingo de Bray a quien todos llamaban el señor Domingo a secas en virtud de una costumbre amistosa adoptada por las familiaridades del país era un caballero, alcalde de la comuna, más bien que por su influencia personal pues no la ejercía ya desde algunos años, por la antigua estima que estaba vinculada a su nombre: que era decidido protector de los desgraciados, muy querido y muy bien mirado de todo el mundo, aunque no tenía más semejanzas con sus administrados que la blusa, cuando la vestía.
Confiesa que yo no podría hacer la dicha de un hombre inteligente y bueno como Muñoz. Confiésalo, por favor. No quieres decirlo, pero te pones colorada. Sí, ya sé que por lealtad amistosa le has ocultado esto que tú no puedes dejar de pensar. Pero es preciso decir la verdad alguna vez. La verdad es santa.
La carta era amistosa, decía á Mauricio que se esperaba su llegada y terminaba así: "He olvidado el daño que ha querido usted hacerme, porque sé muy bien que no obedecía usted á sus propias inspiraciones, y estoy pronta á acogerle como á un hijo respetuoso y sumiso."
El Conde no fué a Biarritz a cumplir su promesa amistosa. Elisa, al principio, distraída con otros coqueteos, circundada de adoraciones y triunfante como nunca, no echó de menos la falta del Conde. Supuso que sus negocios duraban aún y le retenían en Madrid.
Palabra del Dia
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