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Actualizado: 26 de julio de 2025
Ferragut los reconocía inmediatamente al encontrarlos en la Rambla. Eran mercaderes establecidos largos años en el país, que alardeaban de catalanes con la mentirosa facilidad de adaptación propia de su raza. Otros procedían de América y estaban ligados con los de Barcelona por la francmasonería del comercio y del interés patriótico.
En ella les manifestaba que no se sentía llamado por Dios a la carrera eclesiástica, y que antes de ser un mal sacerdote prefería aprender el oficio de su padre o embarcarse para América. Terminaba suplicándoles con palabras fervorosas que le permitiesen cambiar la Teología por el Derecho, hacia el cual se creía inclinado, y con esto no daría tan gran disgusto a su padre.
Entonces empezó su medio siglo de pelea, para que los indios no fuesen esclavos; de pelea en las Américas; de pelea en Madrid; de pelea con el rey mismo: contra España toda, él solo, de pelea. Colón fue el primero que mandó a España a los indios en esclavitud, para pagar con ellos las ropas y comidas que traían a América los barcos españoles.
Le había parecido patriótico vivir en la plaza que lleva el nombre de su país, lo que, según él, le hacía vivir al mismo tiempo en París y en América. Por su gusto, sin embargo, hubiera vuelto hacía mucho tiempo á su país, si su hija no se hubiera opuesto resueltamente declarando que en modo alguno quería abandonar la Europa.
Tal vez volviese a Mallorca, para llevar una vida de mendigo respetable al lado de los amigos que aún se acordaban de él; tal vez pasase a la Península y fuese a Madrid en busca de un empleo; tal vez acabara embarcándose para América. Todo era preferible a seguir allí.
La bulliciosa alegría del americano me dió tiempo para reponerme y continué mi interrogatorio. Jenny Hawkins ¿habla el inglés sin acento extranjero? Le habla con mucha pureza, pero usted sabe que en América, como en Francia, tenemos diversas pronunciaciones, según las provincias. No me sorprendería que Jenny fuese canadiense. Hay un ligero matiz francés en su manera de acentuar ciertas palabras.
Empiezan invariablemente sus sermones morales de un modo que inspira entusiasmo. «Ustedes los periodistas, que son medio locos...» «Usted, que no hará nada en América porque es hombre de pluma...» Y todos ellos convienen en que para hacer camino hay que haberse educado detrás de un mostrador, iniciándose en el sublime arte de vender por cincuenta lo que vale diez, gastando sólo dos de los cuarenta de ganancia.
En vista de lo que queda expuesto, apenas es creíble que Inglaterra, Francia y las demás naciones de Europa que en América tienen colonias se crucen de brazos, y sólo por la culpa de que somos débiles, ó de que consideran que somos débiles, dejen sin chistar y sin mostrar el menor enojo que los Estados Unidos nos insulten, nos vejen y nos despojen. Pongámonos, sin embargo, en lo peor.
Así, cuando en 1810 la América se levantaba, no ya tan sólo contra la dominación española, sino contra el absurdo, contra la inmovilidad cadavérica impuesta por un régimen cuya primer víctima fue la madre patria misma, se encontró sin tradiciones, sin esa conciencia latente de las cosas de gobierno que fueron el lote feliz de los pueblos que la habían precedido en la ruta de la emancipación.
Limpiamos a la Virgen, emprendemos el camino de Madrid y llegamos al amanecer; el Tato conoce allí mucha gente de la que va a las capeas: nos ocultamos algún tiempo, y después, tú, que sabes el mundo, nos guiarás. Iremos a América, venderemos la pedrería, y seremos ricos. ¡Alza, Gabriel! Vamos a despojar al ídolo, como tú dices. ¡Luego es un robo lo que me proponéis! exclamó Luna, alarmado.
Palabra del Dia
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