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Habiendo sabido que me dirigía a la capital, se presentó cuando estaba yo almorzando para decirme que una hermana suya, casada con un acomodado mercader de Estrelsau, lo había invitado a ocupar un cuarto en su casa durante las fiestas de la coronación. Que había aceptado de mil amores, pero ahora se hallaba con que sus deberes no le permitían ausentarse.

¿A esto llama usted choza, y están las paredes llenas de santos? Vaya, vaya, usted me perdonará el atrevimiento; pero yo necesitaba hablar con usted, y pensé que almorzando se entienden las gentes. Tantas gracias. Se sientan cerca de la chimenea, cuyas llamas se reflejan en los vidrios de los cuadros, y comienza el festín.

Entróse, y encontró á la señora María entregada á sus faenas domésticas, y al señor Melchor Argote sentado junto á un fuego mezquino almorzando pan y queso. Dios os guarde, señora dijo don Juan entrando. Miróle la vieja con su vista cruzada durante un segundo, y luego dijo: ¡Jesús, buen mozo! ¡yo os daba por perdido! ¿y de dónde venís, hijo?

Sentáos dijo Quevedo con voz vibrante ; sentáos y no espantéis la caza: yo os vengaré. ¿Pero es cierto? dijo con angustia Montiño, que se sentó. Certísimo; pero no habléis con ese tono compungido. Vos no sabéis nada; estáis almorzando alegremente. Comed. ¡Imposible! aunque no me ahogase la pena, me ahogaría ese pastel... ¡Mozo! ¡un real de olla podrida! dijo una voz estentórea al fondo del salón.

Poco después Tablas y Salvador se saludaban en la sala. Hablaron con interés un largo rato, y al fin dijo López: Vámonos al café, y almorzando hablaremos de eso despacito. Aquí no se puede hablar de nada. Nazaria es muy re-curiosa, y todo lo quiere saber. Se fueron. En la escalera hallaron al fenómeno, que después de haber subido para llevar los cigarros al Sr.

«¡Acaso voy á enamorarme de ella! se dijo . La quiero como no creí nunca que podría quererla. Pero sólo es un amigo, un compañero digno de lástima, que debo proteger.» A la hora del almuerzo, Spadoni no se presentó en Villa-Sirena. Atilio le había visto en el Casino con sus amigos los ingleses de Niza. Estarían almorzando juntos en el Hotel de París, para hablar de nuevas combinaciones.

A me gusta la paz y concordia entre príncipes cristianos. Una vida descansada, mi misita por las mañanas con la fresca, mi corito mañana y tarde, mi altar mayor cuando me toque, mi paseíto por las tardes, y vengan penas». Cuando estaban almorzando, Fortunata no podía alejar de este comentario: «Si fue un bien que me adecentaras, estúpido, ya te lo he pagado y no te debo nada».

Esta mañana, almorzando, la abuela me hizo observar que estaba quedando mal con la de Ribert y que no debía abandonarla así, después de haberla molestado tanto con mis deseos de estudio.

De pronto volví la vista hácia un extremo del salon: el Inglés, el interminable Inglés estaba allí, en otro rincon, almorzando!... Me vió, me hizo un saludo, como diciendo: "¡Diantre! U. por aquí otra vez!" y ámbos soltamos una ruidosa carcajada que causó extrañeza á los que no estaban en el secreto. Tales fueron mis relaciones con aquel honorable insular, inseparable compañero.

Al comienzo de nuestras relaciones he visto á Lea en peinador de seda, con unos zafiros de veinte mil francos en las orejas, almorzando unos arenques en una mesa sin mantel, en un plato desportillado y con vino de champagne bebido en tazas de cocina. El orden, el decoro de la vida eran letra muerta para ella. Lo importante, lo que ella satisfacía ante todo, era su capricho.