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Actualizado: 13 de junio de 2025


El doctor quiso pasear, y Maltrana le siguió dando chupadas al cigarro de bravío perfume. La proximidad de la línea equinoccial parecía alegrar a Zurita. Estaban cerca de su hemisferio, iban a entrar en él antes de dos días. Es, como quien dice, volver a casa, mi amigo.

Volvióse Roque; quedóse don Quijote esperando el día, así, a caballo, como estaba, y no tardó mucho cuando comenzó a descubrirse por los balcones del Oriente la faz de la blanca aurora, alegrando las yerbas y las flores, en lugar de alegrar el oído; aunque al mesmo instante alegraron también el oído el son de muchas chirimías y atabales, ruido de cascabeles, ¡trapa, trapa, aparta, aparta! de corredores, que, al parecer, de la ciudad salían.

Con aquella sonrisa, que parecía la que les queda a algunas caras después que se han muerto, contestaba D. Evaristo mejor que con palabras. «¿Y a Nicolás le has echado otra chinitapreguntó ella después de una pausa, queriendo alegrar conversación tan lúgubre. No, porque no le he visto. Es el más bruto de los tres.

Ya sabía doña Manuela que no era muy correcta la presencia del antiguo novio en los primeros días de su viudez. Pero al fin era su primo, y trataba con tanto cariño al huérfano Juanito, con tales cosas sabía alegrar al pequeñín, que éste no podía pasar sin el tío Rafael.

La noticia ha corrido por los bastidores, ha penetrado en el saloncillo de autores, ha llegado también á los «camerinos», donde las actrices acaban, entre risas, de alegrar con carmín la frescura bermeja de sus labios.

Tomadas estas precauciones, me llevó a la terraza. El tiempo había aclarado. La alternativa de sol y lluvia y la temperatura notablemente dulce, aunque habíamos pasado ya la mitad del mes de noviembre, eran muy apropiadas para alegrar los espíritus vinculados al campo por todo género de intereses. La jornada, muy nebulosa al mediodía, terminaba en una tarde de oro.

Mas se notó en los ojos de Juan una dulce mirada, y no como de que se alegraba él por , sino por placer de ver tierna a Lucía. ¡Son tan desventurados los que no son tiernos! De la ciudad vendría lo mejor; para eso iba Pedro. ¿Quién no quería alegrar a Ana? Y ver a Sol del Valle, que estaba ahora más hermosa que nunca ¿quién no querría? Carruajes, los tenían casi todos los amigos de la casa.

El casamiento de Gregoria se celebró a los dos meses, entre gallos y media noche, porque el luto y las circunstancias que le habían precedido, no permitían otra cosa; fué una ceremonia triste, casi fúnebre: los cuadros de la sala ostentaban aún negros crespones y la araña de cristal los colgajos negros, entonces de rigor; para alegrar la vista, se pusieron flores en los jarrones de las consolas.

Sus chistes no tendían a herir a las personas, sino a alegrar el concurso y obligarle a admirar lo fácil, lo vivo y lo sutil de su ingenio. Todo lo más que se autorizaba era apoderarse de las ridiculeces de algún amigo ausente y formar sobre ellas una frase graciosa; pero nunca o casi nunca a costa de la honra. Estas cualidades le habían hecho el ídolo de las tertulias.

Bailaron luego hilando castañetas Lorenza y Justa y un galán barbero Que mira á Inés, haciendo más corvetas Que el Conde ayer en el caballo overo. 1940 ¡Oh celos! todos sois venganza y tretas, Pues porque bajar el caballero Que adora de tu dueño la belleza, No le quise alegrar con mi tristeza.

Palabra del Dia

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