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Actualizado: 13 de junio de 2025


Y así como en otros centros de enseñanza donde hay verdaderos deseos de que los muchachos aprendan, tales descubrimientos suelen alegrar á los profesores, así tambien en un colegio dirigido por hombres convencidos en su mayor parte de que el saber es un mal, al menos para los alumnos, el caso de Basilio tuvo mal efecto y nunca más se le preguntó en todo el resto del año. ¿Para qué si no hacía reir á nadie?

»Quiere usted que le hable de Magdalena, y si he de decir verdad no sabría de qué hablar si no hablo de ella; nada hay capaz de alegrar mi entristecido corazón tanto como su recuerdo, que siempre vive en mi pecho. »¿Quiere usted que le explique cómo nos revelamos mutuamente nuestro amor al mismo tiempo que este sentimiento se nos reveló a nosotros mismos? »Hace de esto unos dos años y medio.

La casa de Trembles era entonces igual que usted la ve. ¿Más alegre o más triste?... Los niños tienen la predisposición a alegrar y engrandecer lo que les rodea en términos que más tarde todo se empequeñece y se torna triste sin causa aparente y tan sólo porque el punto de mira no es el mismo.

El empleado, por conmiseración y por evitar aglomeraciones en la puerta, intentó alegrar á la vieja. ¡Ánimo, abuela!... No va usted á morirse hoy, un día de tanta felicidad, porque hemos cambiado el programa.... Además...además....

Con mil amores, dijo el bretón; y con más motivo todavía, puesto que Sorege es el que ha hecho el gasto. Todos rieron y el mismo Sorege se dignó alegrar un poco su impasible fisonomía. Ahora, dijo la americana, no me interesa ya permanecer aquí y me voy. Hizo una señal á su padre y se alejó seguida de Sorege.

Sin duda para animar y alegrar su magnífico hotel, necesitaba D. Joaquín de mujer propia y elegante que en él viviera. ¿Y quién había de hacer este papel y ejercer este cargo mejor que Rafaela? Es cierto que ella, aunque nos sea muy simpática y nos duela decirlo, era lo que ruda, cruel y groseramente se llama una perdida.

Montifiori le había traído a todos sus camaradas del gran mundo; dos o tres diplomáticos, aves de paso, chismosos y murmuradores, como todas las mediocridades del género; uno o dos banqueros; no faltaba nunca algún personaje político de más o menos importancia, ni un grupo de muchachos alegres y calaveras, que solían comer allí y alegrar la tertulia de Blanca, en la que Fernanda gozaba de una influencia suprema.

Elena vaciló un instante, pero respondió al fin: ; yo soy. ¡Oh señorita! exclamó la buena mujer viniendo hacia ella con el rostro iluminado de placer . ¡Cuánto se va a alegrar! No sabe usted lo que la quiere. Siempre la tiene en los labios y yo creo que la tiene a usted más guardada todavía en el corazón... Si es usted tan buenaza como él, todos daremos gracias a Dios de verla por aquí.

-Tan buenas -respondió Sancho-, que no tiene más que hacer vuesa merced sino picar a Rocinante y salir a lo raso a ver a la señora Dulcinea del Toboso, que con otras dos doncellas suyas viene a ver a vuesa merced. ¡Santo Dios! ¿Qué es lo que dices, Sancho amigo? -dijo don Quijote-. Mira no me engañes, ni quieras con falsas alegrías alegrar mis verdaderas tristezas.

Pero la persona desconocida, que parecía estar allí para alegrar la casa, disipó la cólera del primero y secó las lágrimas de la segunda, mientras Lázaro, con la cabeza baja y humedecidos los ojos, permanecía inmóvil delante de sus jueces y de su defensor sin decir palabra, aunque á la verdad no era preciso, porque la joven le defendía muy bien sin desplegar gran elocuencia, ni emplear otros recursos que su claro y natural sentido, su acrisolado y generoso sentimiento.

Palabra del Dia

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