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Actualizado: 10 de octubre de 2025


Es verdad que Castillejo no parecía el mismo. Iba con gorra de viaje y un grueso gabán, cuyo cuello le tapaba media cara. Tenía en los ojos un brillo agresivo. Su aliento olía á alcohol, circunstancia extraordinaria, pues el general es sobrio. No pude excusarme con mi trabajo. Eran las once, y Castillejo había esperado á que terminase mi artículo.

«¡, era un ingrato! ¡un ingrato!» y el amor filial le arrancaba dos lágrimas de fuego que enjugaba, sorprendido de sentir humedad en aquellas fuentes secas por tantos años. «¿Cómo lloraba él? ¡Cosa más rara! ¿Sería el alcohol la causa de aquel llanto? Acaso. ¿Sería... lo que había sucedido aquel día? Tal vez todo mezclado.

Me pareció algo así como una gran función de polichinelas; un juego de niños bien combinado, cuatro diabluras, un poco de fuego producido con alcohol, contorsiones de toda especie y máquinas cuyos secretos se adivinan en seguida, ¡esto es todo! ¡hombres! ¡hombres!...

Esta habitación obscura y húmeda exhalaba un vaho de alcohol, un perfume de mosto, que embriagaba el olfato y turbaba la vista, haciendo pensar que la tierra entera iba á quedar cubierta por una inundación de vino.

Estaban provistos de licores, y en esta contingencia suplieron la comida y todo lo demás de que carecían. A pesar de su protesta, no tardaron en caer en mayor o menor grado bajo la influencia del alcohol. La madre Shipton se echó a roncar; el tío Billy pasó rápidamente del estado belicoso al de estupor y la Duquesa quedó como aletargada.

Exactamente como si su marido fuese un gato, Fierabrás se frotó todavía varias veces contra las sayas de su esposa, dio unas cuantas vueltas roncando, y al fin entró en la casa en la misma posición. Una vez allí, quiso, al parecer, levantarse, pero no pudo. Mareado por el alcohol, por las vueltas que había dado en cuatro pies y por la viva luz de la lámpara de petróleo, dio consigo en tierra.

Un día dije a uno de ellos que hablaba conmigo, en el café de Cassoulet, esquina Viamonte y Suipacha, un centro de pillos: ¿Y no bebes?... ¡Pide un gin! ¡Yo!... ¡Qué esperanza!... ¡El alcohol afloja la lengua y entorpece la mano! EL CAF

Fué caprichoso é intratable, quejándose de Tòni y los otros dos oficiales porque no aceleraban las reparaciones del buque. A continuación habló de la conveniencia de no tener prisa, para que el trabajo resultase más completo. Hasta Caragòl fué víctima de su mal humor, que se desahogó en forma de crueles sermones contra los aficionados al veneno del alcohol.

Rosalindo bebía cada vez más, viendo en el alcohol un medio seguro de sumirse en el sueño y evitar tales visiones; pero contra su opinión, las visitas de la difunta se hacían más largas así como él aumentaba su embriaguez. Algunas veces, hasta en pleno sol, cuando trabajaba en el arranque de las rocas de salitre, la difunta surgía frente á él durante sus minutos de descanso.

Poco a poco gritó Ripamilán en eso estoy yo conforme con la ciencia y con el señor Somoza su legítimo representante. No si un clavo saca otro clavo en medicina, ni si la mancha de la borrachera con otra verde se quita, pero don Santos es un tonel en persona y tiene más espíritu de vino en el cuerpo que sangre en las venas; es una mecha empapada en alcohol... prenda usted fuego y verá...

Palabra del Dia

neguéis

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