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Actualizado: 12 de junio de 2025


¡Ajá! ¡ajá! decía S. E. moviendo la cabeza: ¿con que esas tenemos? ¡Apunte usted ese nombre! Pero, mi General, dijo el alto empleado viendo que la cosa tomaba mal giro; hasta ahora nada de positivo se sabe contra esos jóvenes; su peticion es muy justa, y no tenemos ningun derecho para negársela fundándonos solo en meras conjeturas.

Por si a Nieves le había pasado lo propio, se acercó a la puerta de su gabinete, aplicó el oído a la cerradura, y, en efecto, Nieves se revolvía allá dentro. ¡Nieves! llamó trémulo de gusto. ¡Papá! respondió la voz argentina de Nieves . Estoy concluyendo de arreglarme... Allá voy enseguida. ¡Ajá! Pero dime: ¿has cumplido tu palabra? Como que me estoy vistiendo casi a obscuras.

El catedrático entonces, moviendo la cabeza de arriba abajo, abrió lentamente la lista y con toda pausa la fué recorriendo mientras repetía el nombre en voz baja. Palencia... Palomo... Panganiban... Pedraza... Pelado... Pelaez... Penitente, ¡ajá! Plácido Penitente, quince faltas voluntarias de asistencia... Plácido se irguió; ¿Quince faltas, Padre?

Los han de esperar con coches.... Y... Amparo se detuvo, bajando la voz para acrecentar el efecto de la estupenda noticia les iremos a alumbrar con hachas. ¡Ave María de gracia! ¿Qué me dices, mujer? ¿Alumbrarles como a los santos? Andando. ¿Y quién? ¿Las de la Fábrica? Ajá. Una ristra de ellas. Ya estamos habladas. ¿Van tus amigas?... ¿Aquellas dos?... ¡Espera por ellas! No, mujer, no.

Era ella, la verdadera, la única, la que inspira miedo y consuelo; la belleza triste que nunca se aja; la pálida señora del mundo; la beldad que llega puntual a la cita con su beso de olvido y de paz, con el supremo espasmo de la insensibilidad y el anonadamiento. Feli escuchaba a su novio con los ojos dilatados por el asombro, pugnando por entenderle.

Porque mi familia desciende de uno de los caudillos más principales que penetraron en la provincia de Pontevedra cuando la irrupción, según consta de varios documentos que se conservan en el archivo de mi casa. Los jugadores cambiaron una risueña mirada de inteligencia con Valero. ¡Ajá! exclamó éste entre alegre e irritado.

7 Y Saúl había tenido una concubina que se llamaba Rizpa, hija de Aja. Y dijo Is-boset a Abner: ¿Por qué has entrado a la concubina de mi padre? 8 Y se enojó Abner en gran manera por las palabras de Is-boset, y dijo: ¿Soy yo cabeza de perros respecto de Judá? 9 Así haga Dios a Abner y así le añada, si como ha jurado el SE

¡Ajá! ¡conque cuentas ya con mi muerte! grita el viejo, montando otra vez en cólera; ¡querrías seguramente enterrarme vivo y tirar en seguida el manotón a Krakowitz para redondear tus tierras! ¿Le has echado el ojo a mi Krakowitz desde hace tiempo, eh? Imposible hacer entender razones a ese energúmeno; me decido a emplear los grandes recursos. Oye entonces mi última palabra: le digo.

¡Ajá! ya están arreglados los bártulos... Lo mejor que puede hacer ahora... créame á ... es meter algo en el cuerpo. El tiempo que se gasta en comer, no se pierde. Los viejos hemos aprendido estas cosas al cabo de muchos años, y ustedes los jóvenes las aprenderán también... es verdad... El salchichón vino directamente de la fábrica.

Parece de más edad en la calle que en la escena, porque allí no está pintada, y además la existencia de artista en expedición aja mucho la belleza de una mujer. Es muy agradable. En este momento no tiene á nadie; si le gusta á usted, le presentaré.

Palabra del Dia

lanterna

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