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Como vivía en la Cava de San Miguel, desde que se levantaba, a la primera luz del día, echaba una mirada de águila sobre los cajones de la plaza. Bajaba cuando todavía estaba la gente tomando la mañana en las tabernas y en los cafés ambulantes, y daba un vistazo a los puestos, enterándose del cariz del mercado y de las cotizaciones.

En la Plazuela del Águila se eleva un hermoso edificio greco-romano, que colegimos sería la famosa Iglesia de las Agustinas, de que tanto habíamos oído hablar en Madrid. Ni por un instante nos ocurrió penetrar en ella, sino que dejamos su examen para la tarde ó para el día siguiente, á fin de estudiarla con el debido detenimiento.

El blasón y armas del marqués Pizarro era el siguiente: Escudo puesto a mantel: en la primera parte, en oro, águila negra, columnas y aguas; y en rojo, castillo de oro, orla de ocho lobos, en oro; en la segunda parte, puesto a mantel en rojo, castillo de oro con una corona; y en plata, león rojo con una F, y debajo, en plata, león rojo; en la parte baja, campo de plata, once cabezas de indios y la del medio coronada; orla total con cadenas y ocho grifos, en oro; al timbre, coronel de marqués.

Arrimose al sepulcro de Diego del Aguila, apoyando su sien contra el muro, como si esperara un consejo de aquel antiguo caballero de su linaje, dormido allí dentro, en la honra. La gente salía por todas las puertas de la iglesia. Ramiro vio que su rival se estacionaba junto a una pila, con los dedos puestos al borde, esperando seguramente a Beatriz. ¡Es fuerza vencer aquí mesmo! se dijo.

Las palabras con que se apostrofa á D. Juan, hijo natural de Felipe IV, Generoso Don Juan de Austria, Hijo del águila famoso, Que al sol mira cara á cara, demuestran que esta comedia hubo de representarse después de la muerte de Felipe; pero no antes de 1667, hasta cuyo año estuvo el teatro cerrado. La estatua de Prometeo.

El Consejo Ejecutivo le regaló una máquina rodante que tiene la forma de un águila con una lira en las garras, pero ella ha guardado este tributo de la gratitud nacional, y prefiere seguir yendo á todas partes, como otras señoras viejas de su época, en un carrito ligero tirado por tres hombres que están á su servicio, y á los que acaricia frecuentemente con el látigo.... ¿Qué piensa usted, gentleman?

A Felipe Tovara «cirujano de la orina» le pagaba también salario el Concejo, por mandato real en 8 de Julio de 1597 y en 10 de Mayo de 1602 y por último consta que Maestre Antonio Purga ó Parga cobraba 24 ducados por curar de quebraduras; en 21 de Agosto de 1602 . Don Diego Hurtado de Mendoza en su Lazarillo de Tormes, dice entre cosas al hablar del pícaro ciego. «En su oficio era un aguila.

Cuando se ha seguido sobre la más elevada de sus mesetas las sinuosidades de un camino severo que se prolonga sobre los flancos del Dole; cuando se llega al fin de ese paseo taciturno en el que, todo lo más, no se ha tenido más compañía que el grito de una vieja águila asustada que se extraña de oír entre aquellas rocas el sonido, olvidado desde hace mucho tiempo, de una voz humana; cuando parece que la tierra va a faltar bajo los pies y que con el brazo extendido se va a tocar el azul solidificado del firmamento, entonces se manifiesta de pronto un espectáculo tan poco vulgar que hace comprender en el mismo instante la necesidad de una voluntad divina en el misterio de la creación.

Su entusiasmo subió a tal punto que mandó grabar sus tarjetas con la recién descubierta fórmula, añadiendo un escudo de armas imaginarias, en que se ve un castillo... De naipes dijo la marquesa, impaciente. Un león continuó Rafael , un águila, un leopardo, un zorro, un oso, un dragón; en fin, el arca de Noé de la Heráldica; y encima, una corona imperial.

Los que tienen ojos en el alma, han visto eso que hacían ver las fantasías que en el mar improvisaba Keleffy: otros hay, que no ven, por lo que niegan muy orondos que lo que ellos no han visto, otros lo vean. Es seguro que un topo no ha podido jamás concebir un águila.