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Actualizado: 17 de junio de 2025
Les digo a ustedes que tropa más escogida que aquélla no la capitanearon los famosos caballistas José María y Diego Corrientes. ¿Va usted ya de marcha? le pregunté. Sí; dispusieron que fuera alguna fuerza de paisanos a guardar el paso de Despeñaperros, y yo solicité esa comisión, que me agrada mucho. Allá voy con mi gente. ¿Quieres venir? ¿Has estado en casa de Rumblar? De allá vengo.
Mucho paseo por aquí a todas horas, y me agrada extraordinariamente. Ya hemos entrado en la parte más seca. Esto es arena pura.... Ahora vuelve la piedra.... Aquí hay filtraciones de agua sulfurosa; por aquí una capa de tierra, en que se encuentran conchitas de piedra.... También hay capas de pizarra: esto llaman esquistos.... ¿Oye usted cómo canta el sapo? Ya estamos cerca de la boca.
ALBOR. Esta nueva Agora la fama lleva. ZOR. Tu buen suceso me agrada: No hay a quien amor no deba. ALBOR. Es muy propio del valor Obligar al tierno amor Desde el propio hasta el estraño. No habrá más guerras este año, Que ansí lo dice Almanzor. ZOR. ¿Traes cartas? ALBOR. Señor, sí. ABIND. ¡Nuestro padre! ZOR. ¡Oh hijos caros!
Las bailarinas traían castañuelas en las manos y un sombrerillo en la cabeza, como se acostumbra aquí en los bailes; en la Zarabanda, era tan leve su movimiento, que no parecía baile. Diferénciase mucho su danza de la nuestra, porque mueven bastante los brazos, y levantan con frecuencia las manos hasta el rostro y el sombrero, aunque con cierta gracia, que agrada.
Acaba de subir un mundo de seres vivientes de las profundidades á la superficie, siguiendo el atractivo del calor, del deseo y de la luz. La que produce la luna pálida y suave, agrada á la gente tímida, siendo el fanal que al parecer les alienta para su gran festín amoroso. Y van subiendo, subiendo todos juntos, sin que uno solo se quede atrás.
Me encuentro sola con mis cinco hijas, todas ellas fáciles de ser conducidas al bien. Nuestra vida aseméjase a la de un monasterio: por la mañana leemos en comunidad algo piadoso, luego estudiamos juntas la historia antigua; me agrada e interesa tanto como a las niñas.
¡Estudiáis para clérigo! dijo haciendo un mohín de repugnancia la comedianta, á tiempo que salía Montiño de la alcoba. Ha ahorcado los hábitos dijo Quevedo saliendo tras Montiño. ¡Ah! he ahí una justicia que me agrada; y eso que no puedo ver á un ahorcado sin tener malos sueños. ¿Y qué diablos hacéis ahí, hijo Manolillo, doblado y redoblado? dijo Quevedo.
3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del loco. 4 Cuando a Dios hicieres promesa, no tardes en pagarla; porque no se agrada de los locos. Paga lo que prometieres. 5 Mejor es que no prometas, que no que prometas y no pagues.
La mujer hasta los treinta años, constantemente está alerta, á la primera palabra que se cruza con un individuo del sexo opuesto, se pone en guardia; si no le agrada contrae las cejas y su contestación fría y displicente le dice atrás paisano, siguiendo imperturbable su camino; si por el contrario le agrada, entonces el disimulo es imposible, en este caso procede una proclama incendiaria y el motín es casi seguro.
Además, ¿por qué se había de interpretar torcidamente las entradas y salidas del niño? El tenía sus negocios en la Bolsa, sus estudios en la Facultad... Que coma fuera, si eso le agrada añadía don Pablo, a mí me gusta verle mezclado a esa juventud dorada, rozarse con la alta sociedad: en esto estás de acuerdo conmigo, Casilda. Porque, la verdad, ¿qué va a encontrar el muchacho aquí?
Palabra del Dia
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