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Actualizado: 24 de junio de 2025
En efecto, ¿ha gustado lo que él ha dicho ó escrito ó hecho? ¡qué felicidad! y es necesario que se advierta que fué sin preparacion, que todo se debió á la fecundidad de su vena, á una de sus felices ocurrencias. ¿No habeis notado cuántas bellezas, cuántos golpes afortunados?
He jugado porque quería salir de pobre, cambiar de posición, tener lo que otros más afortunados tienen... Para ser rico, tía, y hacerles felices a ustedes, y hacerme a mí mismo feliz, yendo a depositar a los pies de Susana... no tuerza el gesto, tía... mi fortuna y decirla: ¡Ahora, nada ni nadie podrá separarnos!
Bajo este aspecto no han sido afortunados los españoles, lo que explica que las piezas dramáticas, traducidas por Scarron y sus imitadores, no siempre hayan estimulado á los franceses á beber en las mismas fuentes, en que antes bebieron ellos. Sirva de ejemplo el arreglo de Scarron de El amo criado, de Rojas, que lleva el título de Jodelet, maître et valet.
Con estas cualidades, con su fama de valiente, sus encuentros afortunados en sus años más juveniles y su galantería fina y delicada, no era estraño que ejerciese tanto influjo sobre sus compañeros, y fuera elegido para dar cima á tan difícil empresa como lo era la enseñanza del castellano.
Nada le falta: pagamos un médico acaso superior a nuestros recursos; mamá o Leo van en persona a la botica; no se escatima receta, por cara que cueste; con la mayor puntualidad se le da cuanto ha de tomar... y lo que vale más, respira una atmósfera de ternura y cariño que echarán de menos muchos más afortunados. Ahora tengo esperanzas de poder sacarle a paseo algunas tardes en un simón.
Bien habia yo pronosticado, dixo Martín á Candido, que en breve disiparian las dádivas de vm., y serian mas miserables: vm. y Cacambo han rebosado en millones de pesos, y no son mas afortunados que fray Hilarion y Paquita. ¡Ha, dixo Panglós á Paquita, con que te ha traído el cielo con nosotros! ¿Sabes, pobre muchacha, que me tienes de costa la punta de la nariz, un ojo y una oreja? ¡Qué mudada que estás! ¡válgame Dios, lo que es este mundo!
Una carcajada simpática y cordial se eleva en todas partes; las armas caen de las manos del vencedor y los afortunados compatriotas de Dulcinea escapan a la carnicería, bajo la protección del genio de Cervantes. Con frecuencia se ha negado a los franceses el genio de invención.
El conde que tenía todo su capital mueble en la banca, se asustó al verle comprometido de aquella suerte; pero no tuvo más que aceptar. Es sentencia del vulgo que los afortunados en amores son desgraciados al juego: pero más cierta parece la contraria afirmación. Cuando acude la buena dicha, acude para todo, y lo mismo cuando la desdicha acude. El conde fue tirando cartas, y no salía ningún tres.
Los franceses creen, y creen muy bien, que la venta es igual á la venta, y que tan vender es vender un Cristo de plata como un jarron de china. Siga el buen Jeannin siendo sucesor de Sellier, el cielo le dé muchos sucesores afortunados, y ojalá que los taberneros de mi país hicieran consistir su orgullo en ser depositarios de una herencia de probidad y de decoro.
Los afortunados no agradecieron lo que les sobraba, y los infelices casi maldijeron lo que no habían pedido. Entonces resonaron de nuevo en las alturas las voces misteriosas: ¡Pedro! ¡Señor! Mis órdenes se cumplen mal dijo la voz de imponente e inefable dulzura a pesar de mis bondades suben de la Tierra lamentos de dolor que mueven a piedad. Los del planetilla revoltoso no hacen más que pedir.
Palabra del Dia
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