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Actualizado: 17 de junio de 2025


En ocasiones solemnes, á través de las ricas pieles forradas de raso blanco, se transparenta la joya afortunada, el inseparable collar. Es como la túnica de seda que la odalisca viste interiormente y á la que tiene tanto apego, no dejándola hasta que está usada, rota y completamente fuera de combate, sabiendo como sabe que es un talismán, el aguijón infatigable del amor.

En Villaverde nadie paga, ni aunque le ahorquen, más de lo que pagaron sus abuelos, allá en los tiempos felices del estanco del tabaco, época venturosa para mi querida ciudad, lo mismo que para Pluviosilla, su vecina afortunada y próspera. Pero me diréis: «¿Y esas haciendas, esas fincas, que, como Santa Clara y Mata-Espesa, levantan prodigiosas cosechas? ¿Santa Clara, Mata-Espesa, dijisteis?

En este como portátil camarín, que cargaba sobre los hombros de doce eunucos del Sennaar, aparecía la afortunada novia envuelta en los velos que aun en la poca ortodoxa Granada, para ceremonias de tal monta y con personas de tal clase, reclamaba la rigidez muslímica.

Emilita le hizo suyo llamándole cazurro y dándole pellizcos por «pícaro y burlón»; ¡a él, a quien había que sacar las palabras con tirabuzón y en su vida había gastado la más sencilla chanza! Con este memorable suceso, la familia Mateo andaba bastante dislocada. Jovita, Micaela y Socorro, hermanas legítimas de la afortunada doncella, sentíanse celosas y lisonjeadas a la vez.

No miró hacia el escenario ni hizo seña alguna a Judit. La pobre niña, presa de la desesperación, tuvo que resignarse a esperar dos días más. Era lunes, y al miércoles siguiente fue más afortunada. El Conde le hizo la seña que tenían convenida para anunciarle su visita, y Judit pensó: Mañana le veré, y mañana sabré lo que para guarda el destino.

Ellas lo aprueban, y la afortunada da su mano al Príncipe; para dejar á la otra satisfecha se presenta un hermano de Rosbel, que ha peregrinado largo tiempo por el mundo, buscando á su perdido hermano, y extrañando sobremanera encontrarlo vestido con tan humilde traje: ofrece, pues, su mano á la segunda hermana, y se termina la comedia, celebrando el viudo una fiesta con música y baile para solemnizar el casamiento de sus hijas con dos príncipes.

Ormuz y Siva, Venus y Rea, Jesus y María, no recibirán de los Muslimes idolátrico culto; el único símbolo que en nuestra aljama pondremos será esa gallarda curva sostenida en el aire, que recordará á los verdaderos creyentes la afortunada huida del Profeta á Medina.

Mientras se confrontaban los números del cartón con los de las bolas que se hallaban esparcidas encima de la mesa, tarea que duró buen rato, porque Paco se complacía en atormentar á la afortunada señora, los amantes no cruzaron la palabra. Cuando el jugador volvió á agitar la bolsa comenzó otra vez su arrullo suave. Te voy á pedir una cosa. ¿Qué es? ¿Me la concederás? Díme antes lo que es.

Las manos de la afortunada madre alzaron hasta sus labios el borde de la falda de doña María, y de buena gana habría sepultado su ardiente cara en sus virginales pliegues, pero no se atrevió y se puso en pie. ¿Ese hombre conoce su intención? preguntó de repente la maestra. No; ni le interesa. Ni siquiera ha visto al niño para conocerlo. Vaya a verle en seguida, esta noche, ahora mismo.

Desde su afortunada fuga, reconstruyó el hombre su choza, cobijándola confiadamente en la base de otra roca desprendida del muro formidable. En más de un valle hay hacinamientos de piedras, las cuales forman desfiladeros por donde difícilmente se abren paso senderos y torrentes. Nada más curioso que el desorden de esas masas mezcladas en laberinto sin fin.

Palabra del Dia

rigoleto

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