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Actualizado: 25 de junio de 2025


En las poesías escritas en lengua arábiga por españoles y en España, aunque durante la dominación muslímica, no hallo difícil percibir, á través de la forma clásica tomada de la antigua poesía del Yemen y de la imitación de los verdaderos poetas árabes más famosos y celebrados, algo, y no poco, en el sentir y en el pensar, nacido en corazones y espíritus españoles, y que casi de seguro no hubiera nacido jamás en el alma de un moro de Africa ó de un beduino de Arabia.

En este como portátil camarín, que cargaba sobre los hombros de doce eunucos del Sennaar, aparecía la afortunada novia envuelta en los velos que aun en la poca ortodoxa Granada, para ceremonias de tal monta y con personas de tal clase, reclamaba la rigidez muslímica.

A mi ver, cuanta alabanza se quiera dar á la cultura muslímica española, es alabanza que se da á los españoles mahometanos, y no á moros ni á árabes que viniesen de fuera trayéndonos ciencias, artes ó industrias que aquí no existiesen ó que aquí no tuviesen origen.

No fue sólo la epopeya la que pervirtió la ortodoxia muslímica de los habitantes de Chiraz y de toda su comarca, sino también los cuentos y novelas que después se escribieron, los tratados de filosofía moral harto poco severa, y más que nada, la poesía lírica, consagrada a ensalzar el vino, los amores y toda clase de deleites.

Nos limitaremos á contraponerle las siguientes afirmaciones: Que durante toda la Edad Media la España cristiana fué el pueblo más tolerante de toda la cristiandad: Que cuando venían cruzados á ayudarnos en la Reconquista, era menester echarlos ó luchar contra ellos, para que no matasen ni robasen á todos los judíos y mahometanos, faltando á los pactos y á la fe jurada: Que la sabiduría muslímica y rabínica y sus filósofos y doctores, en vez de ser perseguidos por los monarcas cristianos de España, hallaron con frecuencia en sus cortes protección y refugio contra las fanáticas persecuciones, ya de algunos califas de Córdoba, ya de los almoravides y almohades, en la época de las tremendas invasiones africanas: Y en fin: que esa sabiduría se difundió y se dió á conocer en el resto de Europa por medio de los cristianos españoles, arzobispos, obispos y sacerdotes casi siempre, que tradujeron, comentaron y explicaron los textos arábigos y hebráicos.

Los dieciocho preciosos documentos, de que el Catálogo da cuenta, contemporáneos de la conquista, y sólo posteriores los más en doce ó catorce años á la muerte de Mahoma, manifiestan la bondad y la moderación de los conquistadores. En cambio, otros documentos de época posterior se pueden aducir, como prueba de la dureza de la dominación muslímica, al menos contra los cristianos.

Es la primera la de que España, cuando la conquista muslímica, tenía su ciencia propia, de la que dan testimonio clarísimo no pocos escritores y sabios, descollando entre todos San Isidoro de Sevilla, y que esta ciencia, á pesar de las persecuciones y tiranías de los conquistadores, continuó luciendo entre los muzárabes ó pueblo cristiano vencido, y dió altas muestras de en el abad Sansón, en San Eulogio y en Alvaro de Córdoba.

En la colección del archiduque Raniero hay papiros escritos en lengua arábiga, desde la conquista muslímica, en el siglo VII, hasta bien entrado el siglo X; los hay del tiempo de los primeros sucesores del Profeta, y de las dinastías de los Omiadas, Abasidas y Tulunidas.

Acaso como arquitectos es como los árabes son, ó han sido, más originales. ¿Pero quién negará que su arquitectura tiene escasa majestad y solidez, y que se distingue y es digna de elogio, más que por nada, por las menudencias y prolijidades del ornato? El edificio más grandioso que de la época muslímica queda en España es la catedral de Córdoba; la antigua mezquita de Abderraman.

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