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Es lo cierto que en el breve, transcurso de un mes cambiaron tres veces de objeto las atenciones y preferencias de Antoñita, y a fuer de meros cronistas nos limitaremos a consignarlo así.

Como lo más esencial del argumento de las comedias mitológicas está contenido en su mismo título, no podemos aquí ser muy prolijos en el examen de estos dramas de Calderón, Sin extendernos, pues, como quisiéramos, nos limitaremos á hacer algunas indicaciones acerca de las siguientes: El mayor encanto, amor.

Prescindiendo ahora de las innumerables referencias á mimos y juglares, que hallamos en los cronistas , nos limitaremos únicamente á recordar los testimonios más expresos é importantes, que demuestran la existencia y representación de composiciones puramente mundanas.

Suponiendo conocido su argumento, y la incomparable maestría del autor en su composición, nos limitaremos, como ha hecho Damas Hinard en las excelentes notas, que acompañan á su traducción francesa, á señalar tan sólo como más notables algunas de sus bellezas aisladas.

Considerados en general, nos limitaremos ahora á hacer las indicaciones siguientes: Si el drama inglés se ha elevado, por obra de su único y divino maestro, á tal altura, que forma la cúspide de toda poesía, y á la cual ningún otro llega, no puede decirse que, bajo este especial aspecto, el español no rivaliza con él.

Nos limitarémos á indicar que tambien es útil la quina en los chancros corrosivos despues del mercurio, ó alternándola con él ó con el azufre. Esta medicacion evita casi siempre el dar el ácido fosfórico, la stafisagria y el sulfuro de cal, y está basada en síntomas que la diferencian de los efectos del oro, del arsénico y del causticum, y mas aun de los de las sales del mercurio y yodo.

Pues nos consolaremos con la poesía, con la música y con las otras bellas artes. De un modo pasivo, nos limitaremos a ser público y nos deleitaremos asistiendo a la representación. Y de un modo activo, seremos comediantes, poetas o compositores de música, y representaremos nuestras óperas y nuestros dramas. Tal es el punto final a que ha llegado el Sr. Gener después de todos sus estudios.

Se dirá que el gabinete Paterno, al subir al poder, propuso como programa de Gobierno la autonomìa igual á la del Canadá, y que la inmensa mayorìa del pueblo revolucionario no lo aceptó. Por cierto que no somos tampoco partidarios de la autonomía, y no tenemos inconveniente en repetir lo que varias veces hemos dicho fuera de aquì: que solo aceptaremos la autonomía, cuando nos convenzamos de que el pueblo no está dispuesto á sacrificarse por otra mejor. Pero debemos tener en cuenta que la autonomía propuesta por el gabinete Paterno era una infraccion manifiesta de la Constitucion que ellos mismos, como miembros del Congreso, habìan votado y pedido con insistencia que se promulgara, amenazando provocar un escándalo en caso de oposicion por parte del gabinete que estaba entonces en el poder. No obstante ¿quién sabe si el señor Paterno hubiese prosperado en sus planes y conseguido la derogacion de la Constitucion, si hubiera podido presentar una oferta formal de autonomía por parte de los americanos? Es verdad que ni la Comision ni los generales americanos podrían ofrecer mas de lo que ofrece el Presidente McKinley, que en su mensaje dice de Filipinas poco mas ó menos lo siguiente: si conseguimos aniquilar la insurreccion dentro de poco, hacemos de los filipinos lo que nos convenga; no lo conseguimos, entonces ya entraremos en transacciones, aprovechando todas las ventajas posibles. Por nuestra parte, nos limitaremos

Rodil figuró, y en altísima escala, en la guerra civil de cristinos y carlistas; y como no nos hemos propuesto escribir una biografía de este personaje, nos limitaremos a decir que obtuvo los cargos más importantes y honoríficos. Fué general en jefe del ejército que afianzó sobre las sienes de doña María de la Gloria la corona de Portugal.

No es éste lugar oportuno de desenvolverlas prolijamente, y nos limitaremos, por ahora, á indicar sus principios más culminantes. Por otra parte, era indispensable defender á una dama perseguida por su esposo, padre ó hermano, teniendo ella derecho á que la protegiese el primero que encontraba y cuyo socorro pedía, sin preguntarle su nombre ni levantar su velo.