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Actualizado: 7 de junio de 2025
Continúase la explicacion de los errores de los sentidos. Aquel juicio que solemos juntar con las sensaciones sin advertirlo, nos hace caer en muchísimos errores. Los quales distribuiré para mayor claridad en tres clases; es á saber, en los que pertenecen á lo moral, á lo físico, y al trato civil, y me valdré de algunos exemplos por hacer mas comprehensible tan importante asunto.
La generala, que se había quedado melancólica, le miraba en silencio suave y tristemente. ¡Pero esto es estúpido! se dijo de pronto Miguel, dando un suspiro. Y resolvió en el acto descender de las alturas y humanizarse. Era difícil, no obstante. ¿Cómo empezar? Empezó tomando una mano de la generala. Esta, completamente embebecida en sus ensueños vagos y dulces meditaciones, no pareció advertirlo.
Bajó la última y aun tenía su mano en la mía cuando ya el señor D'Orsel y Julia subían la escalera del hotel. Dio un paso para seguirlos y dejó caer el ramillete. Fingí no advertirlo. Mi ramo, ¿hace usted el favor? Se lo tendí sin decir ni una palabra: hubiera sollozado. Lo tomó, lo llevó rápidamente a sus labios, lo mordió con furor como si quisiera despedazarlo.
Valero comenzó a sacudir la cabeza de un modo desesperado. Los demás le miran y sonríen. Saleta no lo advierte, o finge no advertirlo, y continúa con la palabra firme y sosegada y el acento gallego que le caracterizaban: Después perdí enteramente el miedo. En la Coruña me sacó un dentista cinco seguidas.
Bartolo dejó escapar un bufido dubitativo. ¿Qué gruñes tú, burro, qué gruñes? exclamó Quino con rabia. ¿Acaso piensas tú ponerte delante de Toribión? No sería la vez primera. Quino y Celso cambiaron una mirada y sacudieron la cabeza entre irritados y alegres. No sería la vez primera repitió Bartolo sin advertirlo. Una noche que fuí á cortejar á Muñera tropecé con él cerca de Puente de Arco.
Injusto cargo fué sin duda el que estos escritores ponen á los Catalanes, dejándose llevar de la pasion ó del descuido de no advertirlo; yerro en un escritor grave.
Para esto no necesitamos atender al curso que sigue nuestro entendimiento; sin advertirlo siquiera nos vamos por el buen camino; y tal hombre habrá formado en su vida millones de raciocinios muy rigurosos y exactos, que no habrá atendido una sola vez al modo con que raciocina.
Se prometió esperar a que estuviese sola para caer en su casa, sorprenderla y arrancarle el puñal de la mano. Guardó su impaciencia durante una hora larga, sin advertirlo. Amaba a la señora Chermidy como no había amado a su mujer ni a su hija. Sentía germinar en su cerebro ideas de abnegación, de solicitud, de desinterés, de humilde esclavitud.
Afecté no advertirlo y, envolviéndome en una nube de humo, comencé a hacerle preguntas con fingida indiferencia. D. Sabino estaba con tantas ganas de servirme, que se pasó de amable. También daba feroces chupetones al cigarro para disimular su turbación, que no tardó en desaparecer. Me enteró de todo lo que quise y no quise saber.
Momentos después aparecía ante ellos, confusa, mirándolos, sin acertar a explicarse; procuró sonreír y se sentó en una silla, casi al borde. Pero en seguida hizo un ademán de sobresalto y se levantó, indecisa. Había en toda su persona esa nerviosidad contenida y esos modos inopinados de quien procura hacerse comprender por alguien, con el temor de que otros, presentes, puedan advertirlo.
Palabra del Dia
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