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Actualizado: 26 de junio de 2025
Al llegar aquí lanzaba el autor una larga epifonema y luego ariadía: Sic itur ad astra. Describía el desfilar de los Procuradores, obispos y grandes, que uno tras otro se adelantaban lentamente para jurar, sicut recua, y en el párrafo siguiente ponía la salida pública de la corte desde San Jerónimo hasta Palacio.
Los brillantes escuadrones de las dos grandes órdenes militares se adelantaron en formación perfecta, y cuando ya los arqueros preparaban sus armas vieron con sorpresa que sus enemigos se detenían, blandiendo lanzas y espadas, y que de sus filas se adelantaban dos guerreros armados de punta en blanco, caladas las viseras y con grandes penachos blancos que sobre los relucientes yelmos ondeaban al viento.
No se las veía en las antesalas haciendo esperas, porque conocían las horas del despacho, y si se adelantaban por un caso fortuito, se paseaban en los corredores con aires de dueñas de casa, o formaban en la rueda de los ordenanzas y porteros, donde salpicaban los comentarios banales o los chismes corrientes, con la observación mordaz o el relato pimentado, recogido de "los mismos labios de los de la presidencia", "de los del Congreso" o de cualquier otro foco de fama indiscutible.
Las trompetas heroicas de Aida arrojaron su último sonido en honor de Ramadés, y ante las grandes esfinges, bajo las verdes hojas de las palmeras, se adelantaban chispeantes las bailarinas a tomar posesión de la escena. Madama Scott, con mucha atención y placer seguía las evoluciones del baile; pero Bettina se había quedado pensativa al divisar en un palco de enfrente a un joven alto y moreno.
De la enorme utilidad de 200 á 500, y aun mas, por 100 que dejaban en Acapulco los negocios de la Nao, la mayor parte era para los negociantes estranjeros de la India y China, cuyos efectos surtian casi en su totalidad el cargamento de las Naos: otra gran parte era para obras pias, pues hubo años que se pagó el 50 por 100 de las cantidades que adelantaban; de forma que á favor de los comerciantes de Manila quedaba un beneficio tan reducido, cual demostraria un cálculo que se hiciese de los muchos millones de pesos que se han importado en Filipinas de Nueva-España por las Naos, y del poco valor respectivo que en moneda y fomento ha quedado á los comerciantes de Manila.
El anciano Brenn, al borde de la peña, con su pipa negra entre los dientes, las mejillas arrugadas como una hoja de col pasada, la nariz redonda, el bigote gris, los párpados fláccidos, caídos sobre el ojo sanguinolento, y las largas mangas de su hopalanda, que descendían a ambos lados del cuerpo, el viejo Brenn miraba hacia los diferentes puntos de la montaña que Hullin le indicaba; y los otros dos, envueltos en sus amplias capas pardas, se adelantaban, retrocedían, se llevaban las manos a las cejas y parecían absortos por una atención profunda.
Quiso entrar a su palacio por la puerta del corral, y subió cautelosamente las escaleras, pasando por la librería y avisando silencio a los criados que se adelantaban a recibirle. ¡Cuán hondo movimiento de fastidio produjeron ahora en su ánimo aquellos vastos salones, donde había aglomerado con obstinada pasión tanto objeto valioso, escogido y adquirido por él, en sus viajes!
Adelantaban poco a poco, y ya salían de las estrecheces a senda más desahogada, abierta entre pinos nuevos y montes poblados de aliaga, sin haber tropezado con una sola heredad labradía, un plantío de coles que revelase la vida humana.
No andaban todos los bajeles con igual paso. Unos se adelantaban, otros tardaron mucho en moverse; pasaban algunos junto a nosotros, mientras los había que se quedaban detrás.
En ocasiones, no obstante, se encontraron en la casa a solas los dos, o bien hablaron sin oyentes y sin otros interlocutores, cuando salían de paseo con Pepe Güeto y su mujer, y éstos se adelantaban o se quedaban atrás, embelesados en la interminable y risueña luna de miel, de que seguían gozando siempre.
Palabra del Dia
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