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Actualizado: 22 de mayo de 2025


A él especialmente acuden jóvenes y viejos, hombres y mujeres, para pedirle lo que desgraciadamente sería para todos la alegría suprema de la vida, oro, riquezas, un tesoro. Cuéntannos antiguas tradiciones como los genios de la montaña se meten por las venas de la tierra para introducir en ellas cristales y metal, para mezclar diversamente minerales y tierras.

Sólo acuden á mi memoria y pronuncian mis labios las hermosas palabras que en boca de los ángeles oyeron los pastores: Gloria á Dios en las alturas y paz en la tierra á los hombres de buena voluntad. Paz anhelamos todos, y ahora que la Nochebuena se aproxima, debemos repetir la exclamación angélica, pidiendo paz al cielo.

El Poder, la Sabiduría y el Amor acuden al escuchar los lamentos del desventurado; deliberan entre acerca de su suerte, y convienen al cabo en que

Jamás he conseguido hacerme comprender dijo . Los hombres son así: acuden todos al mismo tiempo cuando les gusta una señora y la aturden con sus asiduidades, quitándose el sitio unos á otros de tal modo, que la pobre se desorienta y acaba por no saber hacia dónde va su predilección.

Con tener honores de puerta principal, la del Sur es la menos favorecida de fieles en días ordinarios, mañana y tarde. Casi todo el señorío entra por la del Norte, que más parece puerta excusada o familiar. Y no necesitaremos hacer estadística de los feligreses que acuden al sagrado culto por una parte y otra, porque tenemos un contador infalible: los pobres.

Allí van las virginales deidades indias, moradoras de los lagos, que con el calor de sus pechos entibian el agua que ha de regar la flor del loto; las impúdicas danzadoras egipcias y malacitanas, que acuden a Roma para divertimiento de Césares; las doncellas corintias consagradas a Palas, que asisten a las Panateneas; las sacerdotisas galas que lanzan a los bárbaros contra el antiguo mundo; las damas de las cortes de amor que tiñen en la púrpura de su sangre la flor que ha de premiar a su poeta; las cortesanas del Renacimiento, que el arte convierte en imágenes de dolorosas; las monjas españolas, devoradas de histerismo religioso; las damas galantes de la Francia borbónica, que sin traicionar al amor supieron hacer de cada hombre un amante; y, por último, la mujer moderna, cuyo tipo varía, desde la Hermana de la Caridad que riega con sus piadosas lágrimas las llagas del herido, hasta la pecadora de oficio que, vendiéndose al rico y regalándose al pobre, ofrece a todos la ilusión del amor.

Aplacó esto porque hizo La Rueda de la fortuna, comedia en que un Rey aporrea á su muger y acuden muchos á llorar este paso como si fuera possible...... »De poetas no digo muchos en cierne para el año que viene, pero ninguno hay tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe á D. Quixote. Dicen en esta ciudad que se viene la corte para ella.

Acuden los soldados, como vieron Caer su Capitan con el caballo; De presto en otro al punto le pusieron; Procuran al real luego llevallo. Los bárbaros al punto se huyeron; La trompa á recoger toca: dejallo Conviene al enemigo. En estos cuentos Murieron, segun , mas de doscientos.

Formando ángulo recto con el Real Colegio de Loyola, hay otro edificio construido en la misma época, que llaman la Hospedería; allí suelen albergarse los viajeros que acuden a visitar el santuario, y allí pensaba Currita partir la jornada, deteniéndose a comer, descansando un par de horas y prosiguiendo su camino hasta Zumárraga, para alcanzar el tren expreso para Madrid, que pasaba a las cinco y media.

La extraña doctrina que acabo de exponer, idéntica en Buckle y en Peñalosa, no puede refutarse o censurarse con ironía. Es menester desecharla con seriedad. No es asunto de burla. No. La riqueza y la prosperidad y la cultura no acuden a los pueblos, porque los pueblos abandonen a Dios y maten o vendan a sus príncipes.

Palabra del Dia

hociquea

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