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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Sabemos que dos personas acuden á un mismo punto, por motivos diferentes, sin que la ida de la una influya en la de la otra. La idea de la ida de la una se asociará en nuestro entendimiento con la de la ida de la otra; habrá pues enlace de representaciones, no obstante de que negaremos á los objetos la relacion de causalidad.
Es un grito de llamada, Capitán dijo el viejo Van-Horn. ¿Habrá alguna tribu acampada por estos contornos? Ya sabéis que en la temporada de la pesca estos salvajes acuden a la costa con la esperanza de proporcionarse carne humana. El año último las tripulaciones de tres juncos fueron devoradas por los salvajes del cabo York. Lo sé, Van-Horn.
Otras hablaban con los acólitos y demás servidores del templo que iban entrando por todas las puertas, soñolientos y desperezándose como obreros que acuden al taller.
Es un Anacreonte del follaje, un poeta que declama á gritos con la copa entre los labios y los ojos en el cielo. Pero los sedientos la acechan; los parásitos acuden para explotar su desinterés. Un rezumamiento de líquido azucarado en los bordes del brocal denuncia los placeres divinos de su recogimiento.
Y estalló fragorosa la borrasca... Hoy, desde aquella celda, parece percibir rumor de lucha encarnizada, pertinaz, violenta. ¡Son los cruzados de Simoun que acuden y se lanzan pujantes a la arena, son los nobles ilusos que pretenden ascender hasta el triunfo de su idea con el vuelo del águila gloriosa, sin otras alas que su fé sin mengua...! ¡No caerán como Icaro! está escrito : ¡Los que van con la patria siempre llegan!
Cuando la galera logra ponerse en marcha, murmura en voz baja, como si hablara consigo mismo: «Si salgo del territorio de Santa Fe, no hay cuidado por lo demás.» En el paso del Río Tercero acuden los gauchos de la vecindad a ver al famoso Quiroga, y pasan la galera punto menos que a hombros.
De los parajes más lejanos del campo acuden hombres y mujeres á presenciar la lucha. También D. Félix sale por la puerta del lagar con sus comensales. Se les deja el sitio más elevado y cómodo para verla. El primero que empuña el hierro cilíndrico es Pachón de los Barreros. La barra parte de sus manos, se cierne en el aire y cae á larga distancia de sus pies con admiración del concurso.
Si yo me dejase dominar por mi fervorosa filantropía y por mi amor a todo progreso, me dejaría convencer por los argumentos que el Sr. Gener aduce, y creería, como él, que está próxima la aparición del superhombre; pero, aunque soy progresista, no lo soy tanto, y aunque quisiera creer lo que el Sr. Gener cree, acuden a mi espíritu multitud de dudas que me lo impiden, harto a pesar mío.
A sus pies han estado príncipes y duques, guerreros invictos, acaudalados mercaderes y laureados poetas como Ludovico Ariosto, Fracastoro, el Aretino, Sannazaro y muchos más cuyos nombres no acuden a mi memoria.
Al intentarse que en una casa se verifique un tapatan nang pasion, acuden por la noche frente á ella varios individuos vestidos de judíos, según ellos dicen y simulan alguna de las escenas de la semana del dolor.
Palabra del Dia
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