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Actualizado: 28 de junio de 2025
El joven cumplía su promesa: no halló rastro de él por ninguna parte. Mas sin saber por qué causa, la imagen de éste flotaba siempre delante de sus ojos; con frecuencia acudía a su mente. ¿Era por aversión? ¿por resentimiento? Clementina no podía de buena fe afirmarlo.
Fué conocida y popular en Madrid con el nombre de Amparo la malagueña. En los paseos, en los teatros, adonde acudía con asiduidad, constituyó durante tres o cuatro años un precioso elemento decorativo. Porque a más de su hermosura singular, había llegado a adquirir en poco tiempo, si no distinción, elegancia.
Poderoso gemido exhalaba la llanura al percibir los signos precursores de la tormenta. Dijérase que el mal, evocado por la voz de su adorador, acudía, se manifestaba tremendo, asombrando a la naturaleza toda con sus anchas alas negras, a cuyo batir pudieran achacarse las exhalaciones asfixiantes que encendían la atmósfera.
Le molestaba más, haciéndola estremecerse de cólera, la imagen de Celinda con el látigo levantado. Pero olvidó su rencor al ver que Ricardo acudía puntualmente, atendiendo el ruego que ella le había hecho al anochecer para que pasase la velada en su casa. Al notar que Watson miraba con inquietud las puertas del salón, creyó oportuno tranquilizarlo. Nadie vendrá.
Seguía D. Jaime observando siempre la misma conducta respecto a doña Luz. Sus atenciones no podían ser más delicadas ni más respetuosos sus requiebros. En alguna ocasión creyó advertir doña Luz que D. Jaime se animaba demasiado, pero el orgullo de ella acudía al punto a refrenar la lengua del galanteador, para lo cual bastaba un leve gesto de impaciencia o de disgusto o una mirada severa.
Ana, ante aquel silencio, sintió un terror extraño.... Pasaban segundos, algunos minutos muy largos, y la mano no llamaba.... La Regenta, que estaba de rodillas, se puso en pie con un valor nervioso que en las grandes crisis le acudía... y se atrevió a dar un paso hacia el confesonario. Entonces crujió con fuerza el cajón sombrío, y brotó de su centro una figura negra, larga.
Era evidente que se sentía aterrada por la proximidad del día fatal. "¿Cómo es posible pensó que sólo ahora, tal vez demasiado tarde, se me haya ocurrido llamarle?" No vaciló. Si Julio acudía, su presencia inesperada desarmaría en seguida la voluntad de Adriana, aun en aquellos momentos, cuando apenas faltaban horas para que llegaran los testigos.
Era un excelente engrasador que, apenas notaba un entorpecimiento en la complicada máquina, acudía á remediar la aspereza con su dulzura y sus buenas palabras. A no ser por él, hubieran surgido varias veces en los talleres la protesta y la huelga.
Terrible trance; tenía que decir algo y ni una idea remota le acudía para darle luz; no sabía absolutamente nada de lo que podía convenirle decir. ¿Cómo hablar sin preguntar antes? ¿Qué sabía don Víctor? esta era la cuestión... según lo que supiera, así él debía hablar... pero no, no era esto... había que comenzar por explicarse.
De cuando en cuando volaba a la ciudad, a su oficina; pero lo hacía cada vez más de tarde en tarde; todas las noches recibía la visita de San Nicolás, con quien acudía, volando, a todos los hospitales de la ciudad, y se dedicaba a curar enfermos.
Palabra del Dia
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