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Actualizado: 11 de noviembre de 2025


Después que la apretó la mano y le expresó cuánto sentía, etc., etc., dio vuelta, y secándose los ojos para ver algo, percibió una silla vacía y fue a sentarse en ella. Los circunstantes guardaban silencio y se mantenían en la actitud rígida y dolorosa adecuada a las circunstancias.

Esta actitud hizo comprender a Miguel que la brigadiera nada le había dicho de la carta ni de la cita. Después avanzó lentamente hacia él manifestando siempre la misma sorpresa mezclada de terror, sin hacer caso de la sonrisa tranquilizadora de su hermano: cuando éste la tuvo cerca, avanzó también algunos pasos, y cogiéndola por la cintura, la dio un par de sonoros besos en las mejillas.

Las ideas del día ... murmuró Salomé, alzando las manos al cielo en actitud declamatoria. Antes de decir lo que hizo Lázaro al encontrarse con tan estupenda novedad, contemos lo que pasó aquella noche en la vivienda de las tres damas.

Adivínase un cuerpo espléndido, sobre el cual el peplo forma pliegues de una perfecta armonía. Ella se adjudica un sillón de forma griega; actitud de Tanagra. Las visitantes están maravilladas. LA SE

Sentado ya a la mesa leyendo un periódico, estaba el dueño de la casa, D. Bernardo Rivera, con la frente espantosamente fruncida, no porque estuviese disgustado, sino porque tal era su costumbre siempre que leía algo; guardaba frente a los periódicos y los libros la actitud prevenida y hostil del que no quiere ser juguete de sofismas o frases relumbrantes.

Acudió Manuel; el cura cerró la puerta y comenzó a recriminarle durísimamente; Manuel, bajando la cabeza, se disculpó torpemente; mas el cura, en vez de suavizarse con esta actitud humilde, siguió alzando el gallo cada vez más, y concluyó por pasar a vías de hecho, dándole una tremenda bofetada, que resonó en toda la casa.

Petra le miró cara a cara y sonrió con la mayor gracia que supo y sin perder su actitud humilde. ¿Estás contenta con los señores? Doña Ana es un ángel. Ya lo creo. Adiós, hija mía, adiós; sube, sube, que aquí hay corrientes... y estás muy coloradilla... debes de tener calor.... Salga usted, salga usted, y por no tema. Cierra ya, hija mía, puedes cerrar.

Un domingo de Septiembre, á la hora en que paseaban los parisienses aprovechando el hermoso atardecer, supieron por los periódicos el gran triunfo de los aliados y el peligro que habían corrido. La gente se alegró, pero sin abandonar su actitud calmosa. Seis semanas de guerra habían cambiado radicalmente el carácter de París, bullanguero é impresionable.

La actitud desdeñosa asumida por ésta el día de la catástrofe, le había inspirado el deseo y casi la necesidad de medirse con aquel altivo espíritu, para doblegarlo y confundirlo.

Ni el discurso entrecortado y vehemente de su madre, ni los sollozos que le siguieron, lograron hacerla variar de actitud. Así permaneció un buen rato, inmóvil y blanca como una estatua.

Palabra del Dia

vengado

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