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Actualizado: 11 de junio de 2025
En aquella ocasión no desembarcaron en Cuba soldados americanos gracias á la digna y enérgica actitud del capitán York, que se opuso á ello resueltamente.
Al día siguiente el cura continuaba taciturno y encrespado, meditando feroces venganzas: el apretón del día anterior hacía rebasar la copa, y sentía la necesidad de dar cualquier desahogo a su odio. Mientras duraron las clases se mantuvo grave, y sosegado: actitud digna del que piensa jugar la vida a las pocas horas: comió poco y sin hablar palabra.
En su nicho está S. Martin titalar de esta parroquia castrense, de escultura moderna, á caballo en trage romano, representando la acción de dividir con la espada su manto para dárselo á un pordiosero. La figura de este es bastante regular, y la de S. Martin seria completa, si su actitud fuese mas animada, y en el corcel se imitase mas la arrogancia de un caballo de batalla.
La fatiga del trepar y del bajar penosamente, la sencillez del alimento, el rigor de los fríos invernales, la lucha contra la intemperie han hecho de él un hombre aparte, le han dado una actitud, un andar, un juego de movimientos muy diferente de los usados entre sus vecinos de la llanura. Le han dado además un modo de pensar y de sentir que le distingue.
Oculto el rostro entre las manos, se quedó en esa actitud, meditabundo, y luego, volviendo la mirada hacia Vérod, repuso: Y a usted, a quien tanto mal he hecho, quiero pedirle humildemente que me disculpe. Sin duda todavía es demasiado pronto para que pueda usted soportar mi vista. Pero yo sé que su corazón está lleno de bondad.
Ni Bernardino ni Gregoria asistieron a sus últimos momentos, aunque se les mandó recado de su gravedad; ni se mostraron en el entierro ni en los funerales, probando con esta actitud su propósito de no verse más, de romper para siempre toda relación. Golpes fueron éstos, que acabaron de anonadar a Pablo Aquiles.
¿Cuál fué la actitud del señor de Sorege en el momento de la catástrofe? Muy buena, señor, muy buena. ¿Cómo así? Ese señor, que no parecía muy alterado, vino en el primer momento á ponerse á las órdenes de la señora. Estaba tranquilo y frío y su actitud indicaba la preparación. Nada era en él natural; parecía un actor... No sé si me hago comprender bien... Perfectamente.
Esperó un poco para asegurarse de la solidez de mis propósitos; y tan luego como vio que persistía y me conservaba firme en mi puesto en ciertos instantes de difícil prueba, abandonó su actitud defensiva y aparentó no acordarse de nada, que era la más caritativa de todas las maneras de otorgarme perdón y la única que le estaba permitida.
Hacía un rato que la deshoja estaba en plena efervescencia, cuando una voz gritó: «¡la mona!»; y esto bastó para que las mujeres se alborotaran y chillasen, y para que los hombres se pusieran en actitud de defensa.
Esta semejanza de gustos con un joven que, durante toda la comida le había demostrado más hostilidad que simpatía, dejó frío e indiferente a Delaberge, que sentía contra Simón cierto rencor por su actitud llena de desconfianzas.
Palabra del Dia
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