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Actualizado: 22 de junio de 2025
Ya mi tío estaba tal, que alargando la mano y asiendo una, dijo con la voz algo áspera y ronca, el un ojo medio acostado y el otro nadando en mosto: -Sobrino, por este pan de Dios que crió a su imagen y semejanza, que no he comido en mi vida mejor carne tinta.
Y bien... Me pidió sangría... ¿Y qué? Se la serví... y luego... como no le conocía, como nada sé... por ver lo que hacía, volví quedito... estaba dormido al lado de la chimenea en vuestro sillón. ¿Y qué hay de malo en eso?... Nada, pero... cuando volví otra vez... ya no estaba en la sala. ¿Que no estaba? No, sino en la alcoba, acostado en vuestro lecho y durmiendo.
El primer acto de la fiesta ecuatorial fue el paseo de la música a las nueve de la mañana por todas las cubiertas, deslizándose luego en los pasadizos y recovecos de los camarotes. Muchos pasajeros estaban aún en la cama, y al apagarse el eco de los instrumentos, volvieron a reanudar su sueño. Se habían acostado tarde.
Era de ver a los que no tenían cama llegar y asir de los pies al acostado y sacarlo arrastrando en medio de la sala y encajarse en la cama, y aquél asir de otro para acomodarse.
24 Enseñadme, y yo callaré; y hacedme entender en qué he errado. 25 ¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Mas ¿qué reprende el argumento de vosotros? 30 Si hay iniquidad en mi lengua; o si mi paladar no discierne los tormentos. 3 así poseo yo los meses de vanidad, y las noches de trabajo me dieron por cuenta. 4 Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?
No cabe ni puede caber duda respecto del sitio que ocupaba el lecho de S. M. y en que lanzó el último suspiro, puesto que lo indica matemáticamente la puerta de comunicación con la iglesia, que se rasgó frente por frente á la cama del César, á fin de que, acostado y todo, pudiese ver el altar mayor y oir Misa cuando sus achaques le impedían dejar el lecho.
El mismo día en que el médico me declaró radicalmente curado, obligome mi tío a volver a París sin perder tiempo, pues mi ausencia podía perjudicarme para los exámenes, y entré en mi casa a las diez de aquella noche, no sin ir antes a llamar a tu puerta; pero o tú estabas fuera o te habías acostado. Por cierto que después he recordado esta circunstancia muchas veces.
15 Y aconteció que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores dijeron los unos a los otros: Pasemos pues hasta Belén, y veamos esto que ha acontecido, y el Señor nos ha mostrado. 16 Y vinieron aprisa, y hallaron a María, y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Y viéndolo, hicieron notorio lo que les había sido dicho del niño.
Rióse mucho al otro día la condesa de Albornoz al oír contar a su hijo Paquito sus extrañas aventuras de la noche precedente: al verse solo, a oscuras, vestido y acostado en una cama que no era la suya del colegio, comenzó el niño a gritar lleno de angustia, sin que nadie contestase a sus lamentos.
Al decir esto se desnudaba para acostarse. «Yo también soy pobre afirmó Isidora ; pero con el tiempo, tal vez dentro de poco, tú y yo estaremos bien y tendremos todo lo necesario y aún más. La señorita gasta y come bien, y tiene a su hermanito muerto de hambre gruñó él, acostado ya. No seas tonto. Cállate y duerme. Si mañana no me das dinero, salgo a la calle y pido limosna. Ya sé yo cómo se pide.
Palabra del Dia
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