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Sillones de floreada cretona en torno de las mesas de bambú formaban islas, a las que se acogían grupos de personas para embadurnar con manteca y mermeladas el pan tostado, husmear el perfume del o seguir el burbujeo de las aguas minerales teñidas de jarabes y licores.

Bajo el imperio de estas ilusiones, acogian todas las esperanzas, prestaban el oido á todas las sugestiones, y estaban siempre dispuestos á arrostrar los mayores peligros, cuando se les presentaban en un camino que podia conducirlos á la fortuna.

Los ojos dulces del padrino, unos ojos amarillos moteados de pepitas negras, acogían á Ulises con el amor de un solterón que se hace viejo y necesita inventarse una familia.

Querían entrar en la enfermería para ver a Pachín y tranquilizarse. Acogían con incredulidad las palabras de un camarero español que, obedeciendo la consigna, les juraba por su salud que el enfermo estaba mejor. Chocaban sin éxito contra el marinerote rubio que obstruía la puerta con su rudeza de roca. El médico había prohibido la entrada y era inútil insistir.

Hasta los lugares más insignificantes quisieron también gozar de los placeres, que esta diversión proporcionaba, y acogían con avidez las compañías ambulantes, que levantaban tablados provisionales para satisfacer la curiosidad de la multitud, que á ellos acorría. A esto aluden las noticias, que anticipamos en el primer tomo, de El Viaje entretenido de Agustín de Roxas.

Sonaban en su conversación apellidos vascos y andaluces de arcaico eufonismo: apellidos de los que sólo se conservaba en la Península un recuerdo tradicional en crónicas y comedias de otros siglos. Acogían con el interés de un gran suceso la noticia de los que marchaban al viejo mundo.

Parece de más años que yo, y le he visto nacer... Noventa y cuatro años, señor, y tengo cuerda para ciento y pico. Lo muy cierto: yo entiendo de estas cosas. Maltrana y su amigo acogían con movimientos afirmativos las palabras del anciano. Su verbosidad, una vez suelta, no podía detenerse; hablaba con incoherencia infantil. Hoy voy tarde a la busca, pero no importa.

No se conducen mejor Máximo Gómez y su cuadrilla ni atinan con más habilidad á escabullirse de sus perseguidores. Las diferencias que hay son favorables á aquellos antiguos bandidos de la Península, porque no eran incendiarios, y porque, cuando se acogían á indulto, cumplían como caballeros y no volvían á las andadas, engañando y burlando á los que los habían indultado.

Hizo una larga pausa para gozar del silencio con que la curiosidad y el interés acogían sus palabras. Antes de que ellas nazcan continuó , Dios puede darles la belleza y la gracia á manos llenas, y hasta algunas veces les da la discreción y el talento. Pero después que están en el mundo, su única esperanza es el hombre. Todo lo que son y lo que tienen lo deben al hombre.

En las mesas de familia, las mamás acogían a sus hijos con ojos de severidad y labios apretados; pero aquéllos salían del paso saludando a «sus viejos» con aire indiferente, como si los hubiesen visto momentos antes. Al terminar el almuerzo, Fernando se encontró con Mrs.