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En aquel instante abrirse una ventana sobre cabeza, la voz de un hombre preguntando: «¿Qué es eso? ¿qué ocurre?» y después pasos precipitados. Oprimí firmemente el puño de mi espada. Si De Gautet llegaba a salir su muerte era segura. después el choque de dos aceros, las pisadas, de los combatientes y el grito de uno de ellos al caer herido.

También el oso que en pie Acomete al cazador Con tan estraño furor, Que muchas veces se ve Dar con el hombre en el suelo. Pero la caza ordinaria Es humilde cuanto varia, Para no tentar al cielo; Es digna de caballeros Y príncipes, porque encierra Los preceptos de la guerra Y ejercita los aceros Y la persona habilita.

Calmóse entonces la alarmada ira de los unos y el odio ardiente de los otros, vistiéndose otra vez los aceros de las espadas y dagas, ya casi desnudas y prestas a encender en fuego aquella que principió dulce y apacible fiesta. Trocada en sosiego la inquietud pasada, las cosas volvieron a su orden primero, recobrando la fiesta la turbada alegría.

Ya se sabe... y como los españoles, aun siendo contrabandistas, son demasiado religiosos para comprar cualquier cosa que haya tocado un excomulgado, le envían a usted para que bendiga estas ricas telas, estos brillantes aceros, a fin de que quede tranquila la conciencia de los compradores y de aligerar la cueva del convento. En fin, aunque en pequeño, somos Dios y el diablo.

Lejos de continuar allí la batalla empezada adentro, parecían, con sus cáusticas sonrisas, decir de la nación entera lo que del público aquellos dos cómicos al pararse jadeando entre bastidores, después de haber cruzado en la escena sus aceros, y de salir el uno persiguiendo al otro, entre frenéticos aplausos y gritos de indignación: «¡Estúpidos! ¡Veinte veces nos han visto hacer lo mismo, y todavía no se convencen de que todo ello es una farsa

Mas ansí ninguna de cuantas Antonio hizo, no acertó a ponelle los aceros tan prestos como ésta los tiene." Y sacóla de la vaina y tentóla con los dedos, diciendo: "¿Vesla aquí? Yo me obligo con ella cercenar un copo de lana." Y yo dije entre : "Y yo con mis dientes, aunque no son de acero, un pan de cuatro libras."

Encerrados en el humoso taller, domeñaban como cíclopes el hierro tenaz y el fuego bravío, y se iban transmitiendo de generación en generación el rudo sacerdocio de su maestría. La pasión de la raza les había demandado para su uso más alto aquellos aceros únicos, aquella insigne herramienta de la honra y la dominación.

Tiraban al florete, y entonces los ojos del guerrillero se animaban; seguía con atención los movimientos de los fingidos duelistas y aun arrojaba alguna palabra picante o algún comentario de maestro entre los rechinantes aceros. Pero de repente decía «basta» y los dos atletas soltaban el florete y se quitaban la máscara, sacando a luz el rostro sudoroso.

Frígilis comprendió lo que deseaban. Comenzó la lid soltera y al primer choque de los aceros estalló un trueno y empezaron a caer gotas como puños.

Llegaron a cruzarse los aceros; pero en el instante en que parecía que iba a empeñarse la lucha con todo encarnizamiento, suspendió Pepe Guzmán sus acometidas, miró el reló, tendió la diestra a Verónica, puesto en actitud de marcharse, y la dijo con singular expresión de acento y de mirada: Tenemos que hablar de estas cosas muy despacio. Hasta mañana.