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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Habíase acercado a la alta orilla y comprendí que buscaba lugar favorable para tomar tierra. No lo había, pero me acordé de mi cuerda, que probablemente colgaría donde yo la había dejado horas antes. Mientras él exploraba el terreno me le acerqué bastante, pero de pronto le lanzar una exclamación de alegría y comprendí que había descubierto la cuerda.

Ana era, al fin, todo aquello que él había soñado, lo que una voz secreta le había dicho el día en que ella se había acercado por primera vez a su confesonario». Seguía el Magistral ocultándose a mismo las ramificaciones carnales que pudiera tener aquella pasión ideal que ya se confesaban los dos hermanos; no quería pensar en esto, no quería sustos de conciencia ni peligros de otro género, no quería más que gozar aquella dicha que se le entraba por el alma.

Sus ojos paseaban una y otra vez, sin fatigarse nunca, por la línea indecisa del horizonte, que les revelaba otros espacios sin fin azules y luminosos. Sin darse cuenta de ello, por un movimiento instintivo, se habían acercado de nuevo uno a otro como si temiesen algo de la presencia de aquel monstruo que rugía a sus pies.

Ventura salió en pos de ella, serena; pero pálida. Llamó a Generosa, su confidente, y le dió un recado para Gonzalo. Este, a las nueve de la noche, se paseaba por delante de la casa de Belinchón. Pocos minutos después, Venturita abría la ventana del escritorio, que estaba en la planta baja y tenía rejas. Ya está todo arreglado dijo en voz de falsete luego que el joven se hubo acercado.

El sereno, que se había acercado al escuchar los primeros ajos, las condujo en aquella disposición a la cárcel municipal, en compañía de su digno jefe, mientras los vecinos, entre risueños y compasivos, contemplaban la escena por detrás de los cristales de sus ventanas.

En cuanto se había acercado a la enferma había visto síntomas extraños que nada tenían que ver con sus habituales crisis nerviosas; se había enterado de pormenores íntimos, aunque con gran dificultad por el horror que tenía Emma a todos los cálculos, previsiones y recuerdos aritméticos, no sólo a las cuentas del tío; y entre estas noticias y lo que tenía presente, y ciertas inspecciones y contactos, había sacado en consecuencia que aquella señora, como tantas otras, al cabo de los años mil volvía por los fueros de la maternidad, abandonados mucho tiempo.

En esto, Sancho Panza, que se había acercado a oír la plática, para adobarlo todo, dijo: -Ahora, señores, quiéranme bien o quiéranme mal por lo que dijere, el caso de ello es que así va encantado mi señor don Quijote como mi madre; él tiene su entero juicio, él come y bebe y hace sus necesidades como los demás hombres, y como las hacía ayer, antes que le enjaulasen.

Habiéndose acercado un poco mas á la orillas del mar, consiguió matar un lobo marino con un palo que llevaba, y luego se bebió la sangre de él, que le supo muy bien, y haciendo su fuego se lo comieron entre él y sus perros, y el pellejo se lo sacó en disposicion que le pudiese servir para echar agua.

Por otra parte, afirmó por su honor, que el señor Alfredo L'Ambert no había visto a Ayvaz-Bey, ni había tenido intención de pegarle a él ni a nadie. El señor L'Ambert había creído reconocer a dos señoras, y se había acercado con viveza a saludarlas. Al llevarse la mano al sombrero, había dado un fuerte golpe, sin la menor intención, a una persona que venía en sentido opuesto.

El rostro de Silas anunciaba esa especie de transfiguración cuando al quedar solos se puso a mirar a Eppie, sentado en su sillón. La joven había acercado su silla cerca de las rodillas de Marner y se había inclinado hacia adelante teniendo ambas manos de su padre adoptivo entre las suyas y con los ojos alzados hacia él.

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hociquea

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