Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de octubre de 2025
Las paredes eran de madera, los muebles pocos y rústicos, y mezclados con ellos vió sillas de montar, aparatos de topografía, sacos de comestibles. Todo estaba revuelto y sucio en esta vivienda dirigida por hombres distraídos á todas horas por las preocupaciones de su trabajo. Torrebianca sonreía con una amabilidad humilde, aceptando las explicaciones de su amigo.
Novoa se ruborizó, aceptando luego con un cómico ademán de confusión las palabras del príncipe. Sí; algo había de eso, y el amor le proporcionaba disgustos, lo mismo que el juego. Lubimoff vió de pronto en sus ojos una expresión igual á la de Spadoni. También éste sabía lo ocurrido, y al hablar del amor recordaba inmediatamente aquel duelo absurdo.
Podías mirarte al espejo, Reina; el señor de Couprat te había dicho que eras linda. ¿Pablo de Couprat? exclamé. Cierto dijo mi tío, me he olvidado hablarte de él. Parece que se guareció en el Zarzal un día de tormenta. Bien lo recuerdo respondí ruborizándome. ¿Vendrá a almorzar el lunes, Blanca? Sí, papá, el comandante ha escrito aceptando la invitación. ¿Quién te ha vestido así, Reina?
Al oír la proposición de Cristeta, comenzó presentando obstáculos y haciendo aspavientos, luego sonrió maliciosamente, después fingió sentirse súbitamente movida de simpatía, y concluyó aceptando el trato previo ajuste del pago y otras condiciones.
Los místicos, los santos, que todos fueron solteros, aceptando todas las cruces, menos la del matrimonio con lo cual su santidad desmerece un poco por falta de sometimiento a prueba completa decían que al matrimonio, como a la muerte, es difícil llegar bien preparados.
Cuando nos sentamos aceptando su invitación, él recogió su desteñido hábito carmesí y se sentó a nuestro lado. Le manifesté la sorpresa que me causaba encontrarlo allí, pero él se sonrió, y dijo: ¿Está usted decepcionado por no haber descubierto otra cosa?
Para lograr wagones de primera clase tuvimos que organizar una cotizacion entre diez y seis viajeros, so pena de pasar ratos bien amargos en los coches de segunda y tercera. Confieso que lo sentí, porque deseaba aprovechar mi oscuridad en España para deslizarme entre la plebe, aceptando todo contratiempo, á cambio de conocer un poco la índole de las clases llamadas inferiores.
¿La has visto? ¿A quién? balbució el teniente Baltasar, que fingía considerar con suma atención la punta de sus botas, por no encontrarse con la ojeada investigadora de Josefina. ¿A la chiquilla del barquillero... a la cigarrera? ¿Cuál? ¿Era esa que pasaba? contestó al fin aceptando la situación. Sí, hombre, ésa.... ¿Qué tal? ¿Tengo buen ojo?
Y aceptando esos defectos como un elemento, se idealiza tambien, se piensa, se inclina á los demás á que piensen igualmente, y se agrupan, se preparan y conservan pequeños monumentos de arte, para los que han de estudiarnos mañana y levantar el grande monumento de la historia de nuestra civilizacion.
No quiso decir más, aceptando con gruñidos de borracho los cuidados paternales de Juanito, que hizo todo cuanto supo para curarle las contusiones. El pobre muchacho, al ver a su hermano cruelmente aporreado, sintió renacer el cariño de otros tiempos, cuando ejercía de niñera, sacrificándose en el cuidado de sus hermanitos.
Palabra del Dia
Otros Mirando