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Actualizado: 7 de junio de 2025
BOLADILLOS DE PATATA. Para esto se cuecen unas patatas buenas con agua y sal, se pelan y prensan; después se hace una pasta con cien gramos de azúcar fino y cincuenta de canela molida por cada medio kilo de patatas; se trabaja mucho para que quede bien mezclado y después se hace todo como para los sesos, poniendo en vez del trocho de seso como el tamaño de una aceituna de la pasta hecha con las patatas.
Un lacayo con larga librea verde aceituna, coronas condales en los botones y sombrero de copa con gran cucarda rizada en la mano, se acercó entonces al grupo: Cuando el señorito quiera, está esperando el coche dijo respetuosamente al niño.
Callad con ese espectro de noche, verdacho como una aceituna, soberbioso y figurero como un rey de farándula, que no le quisiera yo para mí, con ser viuda y quintañona. De otro digo, rubio como un ángel y el más alindado de los galanes. ¡Ah, quién me diera vuestra doncellez para dejarle hacer su deseo! ¿Qué nuevo presente os ha enviado el regidor? ¿Qué manto, qué sortija, qué conservas?
El dueño del convite, como para disculpar una mezquindad que en el fondo era positivo lujo, pues la producción era escasa y carísima, solía decir a sus convidados: caballeros, aceituna, una. Y así nació la frase. Ya en 1565 y en la huerta de don Antonio de Ribera, se vendían cuatro aceitunas por un real.
Si don Modesto dejaba caer una aceituna en el mantel, Rosita se estremecía; si una gota de vino tinto, lloraba. Su abstinencia y su sobriedad llegaban a los límites de lo posible, y daban a entender que quería rivalizar con Manuela Torres, la famosa mujer del pueblo de Gansar, que había muerto recientemente después de haber vivido cuarenta años sin comer ni beber.
Esparcidos por el recinto, unos sentados, otros de hinojos, estaban: el maestro de escuela, que era un joven rubio afeminado, con traje de labrador en día de fiesta; el escribano del lugar, que trabajaba toda la semana en Lada y venía los sábados por la tarde a pasar el domingo con su familia; rostro enjuto, nariz aguileña, aspecto de raposo; cierto caballero llamado D. Jaime, hijo del pueblo, que había llegado recientemente de América: color de aceituna, ojos pequeños y hundidos, enfermo del hígado, de cuarenta y cinco a cincuenta años de edad; el sacristán y otras dos o tres personas, que por su aspecto representaban la transición entre el labrador y el caballero.
Cuentan varios cronistas, y citaré entre ellos al padre Acosta, que es el que más a la memoria me viene, que a los principios, en los grandes banquetes, y por mucho regalo y magnificencia, se obsequiaba a cada comensal con una aceituna.
En ocasiones extraordinarias, hay otras faenas y diversiones que dan a todo más animación, como en tiempo de la siega, de la vendimia y de la recolección de la aceituna; o bien cuando hay feria y toros aquí o en otro pueblo cercano, o bien cuando hay romería al santuario de alguna milagrosa imagen de María Santísima, a donde, si acuden no pocos por curiosidad y para divertirse y feriar a sus amigas cupidos y escapularios, más son los que acuden por devoción y en cumplimiento de voto o promesa.
Su estatura es por lo ordinario más que mediana; las facciones del rostro no desemejantes de las nuestras, aunque el color es de aceituna, con que fácilmente se distinguen de los europeos; en pasando de veinte años se dejan crecer el cabello, y quien le tiene mejor y más grande, tiene sobre los otros una cierta hermosura señoril; no crian barba, sino tarde y poca.
Así decían por la mujer hermosa a quien los años o los achaques empiezan a desmejorar: Estás, hija, hecha una aceituna zapatera . Probablemente los cofrades de San Crispín no podían consumir sino aceitunas de desecho.
Palabra del Dia
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