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Actualizado: 21 de junio de 2025
Ataide, mudo, asombrado, en negras ánsias perdido, en la duda estremecido, en un misterio anegado, dudando si era soñado aquel torrente de hiel, ó una realidad cruel que su esperanza rompia, á su madre sostenia, ansiosa abrazada á él.
De vez en cuando el silencio era interrumpido por carcajadas estrepitosas; era que una aventura cómica alegraba al concurso, sacándole de su estupor malsano y corrosivo. Entre la admiración general serpeaba la envidia abrazada a la lujuria: las tenias del alma. Los ojos brillaban secos.
Asombréme, lloró desconsolada, golpeóse la cabeza con las manos, se mordió los puños apretados convulsivamente, volvió a hincarse en el suelo para pedirme perdón abrazada a mis rodillas, creció mi asombro, conseguí con trabajo que se sentara de nuevo, y la conjuré, por todos los santos de la corte celestial, a que me declarara enseguida todo cuanto tenía que declararme.
Arrebatado por su verbosidad seguía soltando cuanto había almacenado aquellos días en su pensamiento. «En vano se cansaba su señoría: España era profundamente religiosa, su historia era la del catolicismo: se había salvado en todos sus conflictos abrazada a la cruz». Y abarcaba todas las grandes luchas nacionales; desde las batallas en que la piedad popular veía a Santiago en su caballo blanco, cortando las cabezas de la morisma con alfanje de oro, hasta el levantamiento de los pueblos contra Napoleón, tras el pendón de la parroquia y con el escapulario al pecho.
Había querido, al irse del mundo, morir abrazada á aquellas hortalizas que todas las mañanas llevaba al mercado de Bilbao, con avaricia de aldeana. El señor Juan se sintió más unido á su cuñada y su sobrino. El hijo escribía de tarde en tarde: la ría ofrecía cada vez menos alicientes para él.
Aprobó Fernando todo cuanto ella quiso pedirle, y sólo así pudo conseguir que abandonase la ventana, estrechamente abrazada a él, contemplándolo con admiración. ¿De veras que morirías por mí?... Repítelo viejito rico, que yo lo oiga... Dilo otra vez, mi negro. La gratitud perduró en Nélida gran parte de la noche.
Su argumento es, en compendio, el siguiente: Elvira, esposa del capitán Meléndez, creyendo ser abrazada de su esposo, lo es en realidad por el alférez Gómez de Melo, que se ha deslizado secretamente en su habitación, y da á luz á Rodrigo, fruto de esta unión.
Y su beso era igual al de la espía, un beso absorbente que tiraba de toda su persona, haciéndole despertar... Al abrir los ojos, veía á Freya abrazada á él y con la boca junto á la suya. ¡Levántate, mi lobo marino!... Ya es de noche. Vamos á comer. Fuera de la casa, Ulises aspiraba el viento del crepúsculo, mirando las primeras estrellas que empezaban á brillar sobre los tejados.
No es misticismo inerte, egoísta y solitario el suyo, sino que desde el centro del alma, la cual no se pierde y aniquila abrazada con lo infinito, sino que cobra mayor aliento y poder en aquel abrazo; desde el éxtasis y el arrobo; desde la cámara del vino donde ha estado ella regalándose con el Esposo, sale, porque él le ordena la caridad, y es Marta y María juntamente; y embriagada con el vino suavísimo del amor de Dios, arde en amor del prójimo y se afana por su bien, y ya no muere porque no muere, sino que anhela vivir para serle útil, y padecer por él, y consagrarle toda la actividad de su briosa y rica existencia.
Y repitió con insistencia lo de «¡músico!», como si fuese la concreción de todos sus desprecios. Desnoyers, firme y sobrio en palabras, dió un desenlace al conflicto. «La romántica», abrazada á su madre, se refugió en los altos de la casa.
Palabra del Dia
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