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Actualizado: 2 de junio de 2025


Estaba segura de su poder... Y reprodujo el beso del Acuario, aquel beso que estremecía la espalda del marino, haciéndole vacilar sobre sus piernas. Pero cuando se entregaba con más abandono á esta succión dominadora, se sintió repelida, disparada por un manotón brutal, semejante al puñetazo que la había lanzado sobre los almohadones al principio de la entrevista.

¡Si te imaginases cuánto estoy sufriendo! le dijo Beatriz . No se hace un movimiento, no se pronuncia una palabra en esta casa que no sea para un martirio... ¿y vas a dejarme sola? , te dejo, hija mía... pero mañana, desde muy temprano, me tendrás aquí. Debo dejaros solos en estas últimas horas... Os abandono a la inspiración de vuestros corazones... ¡Hasta mañana!

Luego de cerrada la tienda, se retiraba a su cuarto y allí poblaba de recuerdos su triste soledad, o lloraba, doliéndole como a verdadera enamorada, antes la injusticia del abandono, que la crueldad de la deshonra.

Hacia el mediodía del domingo siguiente, abandonó a los huéspedes de su tía, quienes tenían concertada una partida de pesca, para después del almuerzo, y se fue a la estación inmediatamente con el fin de esperar a su amigo y presentarlo a la baronesa.

En todo aquel día no abandonó la casa mortuoria. Al mediodía estaba solo en ella, y el cuerpo de Fortunata, ya vestido con su hábito negro de los Dolores, yacía en el lecho. Ballester no se saciaba de contemplarla, observando la serenidad de aquellas facciones que la muerte tenía ya por suyas, pero que no había devorado aún.

Si yo te abandono, pasará un día y otro día sin que nadie se atreva á hacer cosa alguna para salvarte. Ese joven, á quien yo he sacado de la cárcel, tiene una imaginación disparatada; pero no resolución ni ánimo para sacarte de penas. Esta es la verdad: no esperes nada de quien nada puede ni nada sabe hacer por ti. Créeme: no tienes más esperanza que yo.

Velázquez, acaso por deseo propio o, pensando mejor, por iniciativa de sus padres, pues aún no había cumplido catorce años, abandonó el taller de Herrera y pasó al de Francisco Pacheco. La figura de éste es interesantísima, tanto por el propio valer, cuanto por la influencia que ejerció en el porvenir de Velázquez.

El marido no parecía advertir el abandono físico y la transformación moral de su esposa. Hacía años que no pisaba el suelo de su cuarto. Cuando hablaba con ella volvía la vista ó la miraba con ojos vagos y sin pensamiento, que parecían no verla. Ni una protesta, ni una pregunta, como si en el fondo le complaciese esta transformación que le apartaba de ella, haciendo imposible todo retroceso.

Luego su existencia había transcurrido como entre las nieblas de un ensueño. Recordaba que abandonó espontáneamente Marchamalo, para refugiarse en el arrabal, en la casucha de una parienta de su mujer.

Ha sido un desastre, mi querido doctor, la quiebra de Schlingen me ha dividido de parte a parte; luego, mis compromisos anteriores... total, que ahí les abandono todo y me iré al Frigal cuanto antes, a esperar que el ciclón pase... ¡Y nada podemos hacer por usted! Ya ve, el mismo Hipotecario se nos ha plantado, y no es cosa de dar más que hablar. ¡Qué chambonada la suya!

Palabra del Dia

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