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El escrito que pongo aquí, ya copiando y ya extractando o saltando no pocos párrafos, es como sigue: La admirable escultura de D. Manuel Alvarez, que representa a San Vicente Ferrer, vino a poder de mi madre en el año de 1801. Se la legó al morir el reverendo padre capuchino fray Atanasio, que la custodiaba en su celda desde el año de 1785.

El arzobispo de Santiago D. Alonso de Fonseca se hallaba en 1466, con los canónigos y clérigos que le eran fieles, sitiado en su misma catedral por gente armada á las órdenes de un magnate, que se cree fuese el conde de Trastamara D. Per Alvarez Osorio, quien ya en otra ocasion habia hecho lo mismo con el arzobispo D. Rodrigo de Luna.

En el mismo cancionero se encuentran siete octavas compuestas por Alfonso Alvarez de Villasandino, poeta insigne en aquel tiempo, dirigidas contra Alfonso Ferrandez Samuel, el mas donoso loco que ovo en el mundo; el cual cuando mozo era hombre de vida airada i mui dado á todo linaje de placeres i divertimientos, i cuando viejo atrevido en gran manera, i sumamente desvergonzado i estravagante en sus modos de vivir.

Lo mismo fué ver el sobrino del arzobispo al arcediano Alvarez Córdoba, se fué para él y con mal talante le dirigió la palabra. Alzóse del suelo D. Alonso, y allí mismo comenzó un vivo diálogo, en el que se recordaron antiguos resentimientos, se sacaron á relucir actos por una y otra parte y empleándose palabras impropias del lugar y de las personas que las decían.

Firme he de estar qual bien fundada roca, Que en torno el viento y mar combate y hiere: Que sea mi vida mucha, que sea poca Importa poco, solo el que bien muere Puede decir que tuvo larga vida, Y el que mal, una muerte sin medida. Entrase AURELIO, y sale SAAVEDRA y PEDRO ALVAREZ, y SEBASTIAN á su tiempo.

El suceso histórico que se refiere en este drama, se halla, con arreglo á sus fuentes, en el tomo I, Histoire du Portugal, París, 1735, por De la Clede, y en el breve y excelente escrito, titulado Vida del Príncipe constante, tomada de la crónica de su secretario Joan Alvarez, y de otros datos: Berlín, 1827 . La lectura de estas obras demuestra que Calderón, en lo más esencial, ha respetado esta historia en su poesía, añadiéndole sólo algo conforme en todo á la índole del conjunto.

A esto se había alborotado todo el templo, gritaban las mujeres, se revolvían los hombres, suspendiéronse las vísperas, y en confuso tropel salieron los canónigos del coro, llegando á oportuno tiempo, pues por la fuerza se apoderaron de D. Alonso Alvarez Córdoba, que hubiera allí mismo perecido si no lo encierran en la tribuna del órgano.

¡Tremenda lucha y defensa heróica la vuestra! exclamó Sir Hugo, contemplando con asombro aquella escena asoladora. Pero ¿qué es eso? ¿También habéis hecho prisioneros? continuó diciendo al ver á Don Diego de Álvarez desarmado entre los arqueros. Sólo uno, y me pertenece, respondió Tristán.

El apellido de los duques de Alba dijo Stein es Álvarez, y así se llama también mi patrón, que es un buen hombre, lleno de honradez y tendero retirado. Me causa mucha extrañeza ver que en este país los nombres más ilustres son comunes a las clases más elevadas y a las más ínfimas. ¿Será cierto lo que se dice en mi país, que todos los españoles se creen de noble sangre?

Después aparecen los dos esclavos Saavedra y Pedro Alvarez, y describen los males del cautiverio. Izuf encarga á Aurelio que le concilie las buenas gracias de Silvia, y él finge que se prepara á desempeñar su comisión. La escena siguiente representa un mercado de esclavos, y los horrores de estas compras de carne humana.