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Días pasados la rociar con agua al Gobernador mismo en el bebedero para el ganado. ¿Qué es esta niña, en fin, en nombre del cielo? ¿Es un trasgo completamente perverso? ¿Tiene afectos de alguna clase? ¿Tiene algún principio patente? Ninguno, excepto la libertad que proviene del quebrantamiento de una ley, respondió el Sr.

Allí estaban de pie al fulgor de aquella extraña y solemne luz, como si ésta fuera la que había de revelar todos los secretos, y fuera también la alborada que había de reunir todos los que mutuamente se pertenecían. En los ojos de Perla había cierta expresión misteriosa, y en su rostro, cuando lo alzó para mirar al ministro, aquella sonrisa maliciosa que la hacía comparar á un trasgo.

Tengo dos medias velas que alumbraron en el velorio de mi curmana la Celana. ¿Habéis oído? ¿Qué, mi amo? Una voz.... Son las risadas del trasgo del viento.... Suenan en la puerta grandes aldabonazos que despiertan un eco en la oscuridad de la casona. El Caballero se pone en pie. Dame la escopeta, Don Galán. ¡Voy a dejar cojo al trasgo! Oiga su risada.

Pero mientras Perla decía esto, se echó á reir y empezó á bailar con la gesticulación petulante de un pequeño trasgo, cuyo próximo capricho sería escaparse por la chimenea. ¿Eres en realidad mi hija? le preguntó Ester.

El viejo linajudo también reconoce aquellas sombras. El Morcego, la coima, y un loco que se llama Fuso Negro. ¿Qué trasgo o qué bruja os ha convocado aquí? La luna.... Buscamos los tesoros de una gran nave que venía no se sabe de dónde.... Un gran bergantín, que naufragó en la mar de Corrubedo.

Desta manera andaba tan elevado y levantado del sueño que, mi fe, la culebra o culebro, por mejor decir, no osaba roer de noche ni levantarse al arca; mas de día, mientras estaba en la iglesia o por el lugar hacía mis saltos. Los cuales daños viendo él y el poco remedio que les podía poner, andaba de noche, como digo, hecho trasgo.

Sabe Dios cuánto tiempo hubiera estado silencioso y como sujeto a un encanto, si ella, repuesta del trabajo que la había costado aquella su extraña confesión, no le hubiera dicho: Sólo hay una manera, señor mío, repito, para que yo os perdone vuestro atrevimiento, y es que siendo, según decís, esa medalla que pendiente de ese cordón lleváis sobre el pecho, un preservativo contra los demonios, ya sean o no sean familiares, y contra toda casta de espíritus foletos y malditos, me la entreguéis, para que yo pueda quedar esta noche sin morirme de miedo en mi casa; que mañana será otro día, y ya buscaré yo vivienda en que acomodarme, donde no haya habido nunca, ni duende, ni trasgo, ni fantasma, ni alma en pena, ni cosa que en mil leguas al otro mundo huela.

Esta mirada de traviesa alegría se reflejó igualmente en el espejo, con tales proporciones y tal intensidad de efecto, que Ester no creyó que pudiera ser la imagen de su propia hija, sino la de algún trasgo ó duende que trataba de amoldarse á la forma de Perla. Vamos, Perla, dijo la madre llevándosela consigo. Ven á ver este hermoso jardín.