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Este influjo hacia la mitad, y después hasta fines del siglo XVII, fué mucho mayor y más extenso que durante el período anterior; por consiguiente, no ateniéndonos en rigor á los límites trazados por la época en que nos ocupamos, sino traspasándolos, indicaremos también lo más importante que se conoce sobre este punto, comprendiendo en estos datos el siglo XVIII. Veamos, pues, lo que nos dice Riccoboni, que tan bien conocía los teatros de toda Europa hace más de un siglo.

Riccoboni, en sus Reflexions sur les differens theatres de l'Europe, Amsterdam, 1740, pág. 57, cuenta la anécdota, no por cierto inverosímil, de que un librero de Madrid acometió la empresa de reunir comedias españolas sin nombre de autor, y que las escritas por uno, dos y tres ingenios de esta corte llegaron á ascender á 4.800.

La tradición, sin embargo, subsiste en el pueblo, y yo vi vender en las plazas de Sevilla hojas sueltas impresas en que se refería esa historia en forma de romance. Riccoboni: Histoire du theatre italien, tomo I, pág. 47. Hippolyte Lucas: Histoire du theatre français: París, 1843, págs. 395 y 397.

Según dice Riccoboni, desde el año de 1620 hubo tal afición en Italia á las comedias españolas, que las traducciones é imitaciones de las obras de Lope de Vega y de sus coetáneos sustituyeron casi por completo en los teatros á las comedias y tragedias originales italianas . El célebre actor de Adone, Marino, dice, en su Elogio fúnebre de Lope, que era costumbre de los empresarios de teatro de Italia y Francia, y para aumentar sus entradas, anunciar en los carteles que la comedia que había de representarse era de Lope de Vega; y que bastaba sólo su nombre para atraer tantos espectadores, que ni bastaba el teatro para contenerlos ni su caja para guardar el dinero .

No existe obra alguna acerca de la historia del teatro español, que haga ni aun aproximadamente las veces que los apreciables trabajos de Collier, Riccoboni, Beauchams y los hermanos Parfait respecto del inglés, italiano y francés, y quien desee escribirla ha de renunciar, casi por entero, al auxilio que podrán ofrecerle libros útiles anteriores.

Ocurre preguntar ahora, si estos espectáculos de los siglos medios han de mirarse como hijos del teatro romano; si el mimo y pantomimo, cuya existencia en el siglo VI hemos probado antes, continuaba siempre subsistiendo, y si las máscaras del primero, cuya no interrumpida duración ha demostrado Riccoboni con tales visos de verosimilitud, fueron también conocidas por este tiempo en los paises en que dominaron los romanos.

Tomás Hurtado, Tractatus varii resolutionum moralium, pars posterior, pág. 127. Riccoboni, Histoire du theatre italien, tomo I, página 47.

Sólo de esta manera era posible comprender las propiedades más esenciales del teatro español, esto es, esa riqueza de inventiva, esa multitud y variedad portentosa de asuntos dramáticos exclusivamente suya, en cuya virtud, como decía Riccoboni hace cien años, ha llegado á ser el gran modelo de todos los teatros de Europa.

Se puede, por tanto, sostener como verdad irrefutable la afirmada ya por el italiano Riccoboni, y repetida después por Dieze, que los españoles poseen más comedias que los italianos y franceses juntos, y pudiendo añadirse otro par de naciones más, sin incurrir por esto en exageración.

Este mismo escritor les llama expresamente mimos y pantomimas . Riccoboni, con visos de gran verosimilitud, ha sustentado la opinión de que la commedia dell'arte italiana proviene inmediatamente del mimo romano . No sólo lo demuestra así en general el uso de las máscaras, común á ambos espectáculos, sino también ciertas particularidades aisladas, como, por ejemplo, la semejanza del arlequín con el romano centumculus, puesto que los dos personajes usaban traje de varios colores y espada cómica; la del polichinela con el antiguo macco, etc. . Pero esta especie de comedia italiana no es el único lazo, que une á la escena antigua con la moderna, si bien esta unión no aparece en general tan clara y patente como sería de desear.