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Según me dijo el jefe, hay un señor profesor, italiano o suizo, no recuerdo bien, que ha escrito algo muy sonado sobre el socialismo católico. Uno no tiene tiempo de leerlo todo. Búsquelo usted, y ya tiene una fuente más, después de las mías. El senador habló aún largo rato de su obra, para demostrar a Maltrana la facilidad con que podía escribirla contando con la firme base de sus ideas.

-Ahora digo -dijo don Quijote- que no ha sido sabio el autor de mi historia, sino algún ignorante hablador, que, a tiento y sin algún discurso, se puso a escribirla, salga lo que saliere, como hacía Orbaneja, el pintor de Úbeda, al cual preguntándole qué pintaba, respondió: ''Lo que saliere''. Tal vez pintaba un gallo, de tal suerte y tan mal parecido, que era menester que con letras góticas escribiese junto a él: "

Claro está que quien escribe una novela, así como toma para elementos o materiales con qué escribirla los casos de la vida vulgar y ordinaria observados por él, también puede tomar las doctrinas, creencias, aspiraciones, ensueños, ideas religiosas y metafísicas, y en resolución, todo cuanto cabe en la mente humana y la agita.

Convienen ambos investigadores en esta última creencia, pero no en lo demás; porque si en opinión de Pérez y González la novela fué escrita después de febrero de 1636 y antes de mayo de 1639, a juicio de Bonilla, Vélez empezó a escribirla después de febrero de 1637 y la terminó hacia julio de 1640 . No creo que el poner en claro este punto, siendo corto, como lo es, dentro de la ordinaria duración de la vida humana, el tiempo comprendido entre unas fechas y otras, merezca el ímprobo trabajo que echaron sobre estos denodados eruditos .

En la misma casa de oraciones donde se habían reunido las primeras veces, iban a tener la postrera reunión. Lejos de ella, su mirada y su pensamiento se habían vuelto hacia el Cielo en su busca. Después de la primera carta había intentado escribirla una vez más, pero las palabras se habían mantenido rebeldes. Y su vida había sido una continua ansiedad. Por todas partes la buscaba.

Caminando por las ásperas montañas, encontré en una de las fábulas de La Fontaine el asunto para una comedia en cinco actos, que nuestros últimos acontecimientos políticos podían hacer bastante intencionada. Detúveme en Bagnères para escribirla. En un lugar verdaderamente delicioso, al lado de la hermosa casa de M. Lugo, alquilé una casita que daba a las alamedas de Maintenon.

Por cierto que hubieron de escribirla con una pluma perversa del mayordomo, porque el Marqués escribía una carta cada año. Cargaron las pistolas y se salieron a buscar sitio. Manuel dijo el Marqués viendo a un criado que estaba plantando cebollín en uno de los cuadros de la huerta. Retírate. El criado le miró sorprendido. Que te retires, hombre repitió con más severidad. Vete a otra parte.

De todos modos, la mejor novela que hoy se escriba, no lo será porque se funde en una estética recién descubierta, y porque se ajuste a determinados procedimientos a la última moda de París, sino que será la mejor novela por la propia, libre y tan poderosa como juiciosa inspiración de quien con entendimiento tan sano como grande acierte a escribirla.

No se le olvide a vuestra pomposidad de escribirme, que yo tendré cuidado de la respuesta, avisando de mi salud y de todo lo que hubiere que avisar deste lugar, donde quedo rogando a Nuestro Señor guarde a vuestra grandeza, y a no olvide. Sancha, mi hija, y mi hijo besan a vuestra merced las manos. La que tiene más deseo de ver a vuestra señoría que de escribirla, su criada, Teresa Panza.

Cada vez más embargado por la emoción, Miguel dejó que su alma se desbordase; la expresó con lenguaje vivo y apasionado cuánto la amaba y lo feliz que algún día sería uniéndose a ella; la prometió no olvidarla ni un solo instante, escribirla a menudo y venir a verla en cuanto le fuese posible. La niña se llevó la mano a la frente y dijo con voz alterada: Se me está partiendo la cabeza de dolor...