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Lo esencial es componérmelas de modo que no haya reanudación posible. En amor las soldaduras son fatales..., ya lo . Lo malo es que para esto sería necesario que yo me portase como un sucio, y la chica no lo merece..., tan guapa, de tan buen fondo..., ¡pues y la forma! Una cosa es escurrir el bulto, y otra dejar de ser caballero. Hay que hacer el desembolso de una vez.

¿Es probable que fuera tanto nuestro engaño? No: lo es que nuestro afecto anterior no nos dejaba ver sus lunares; y que nuestro actual resentimiento los exagera ó los finge. ¿Por ventura no creíamos posible que el amigo pudiese negarse á prestar un favor, ó se portase mal en un negocio, ó en un momento de mal humor se olvidase de su ordinaria afabilidad y cortesía?

El joven me interesa, y si mi situación no me obligase a una gran reserva, tendría un gran placer en recibirle con mayor frecuencia; pero él mismo pórtase con gran discreción y no viene nunca aquí sino para hablar de negocios... Estoy encantada, señor inspector, de que haya sido usted bastante amable para aceptar mi invitación: esto me ha permitido invitar a Simón también.

Si alguna envidia excitaba antaño la hermosura, garbo y labia irrestañable de la chica, ahora se volvió lástima, y las imprecaciones fueron contra el eterno enemigo, el hombre. ¡Estos malditos de Dios, recondenados, que sólo están para echar a perder a las muchachas buenas! ¡Estos señores, que se divierten en hacer daño! ¡Ay, si alguien se portase así con sus hermanas, con sus hijitas, quién los oiría y quién los vería echársele como perros! ¿Por qué no se establecía una ley para eso, caramba? ¡Si al que debe una peseta se la hacen pagar más que de prisa, me parece a que estas deudas aún son más importantes, demontre! ¡Sólo que ya se ve: la justicia la hay de dos maneras: una a rajatabla para los pobres, y otra de manga ancha, muy complaciente, para los ricos!

El Juez de Paz era un hombre muy brusco, pero viendo á Julî acaso se portase menos groseramente: aquí estaba la sabiduría del consejo. Con mucha gravedad oyó el señor Juez á hermana Balî, que era quien tomaba la palabra, no sin mirar de cuando en cuando á la joven que tenía los ojos bajos y estaba muy avergonzada.

Pues bien: él se presentaba para que remediase el mal causado. Siempre le había tenido por amigo y esperaba que como tal se portase... porque de no ser así... El cansancio, la turbación nerviosa de una noche de emociones, no permitieron a Fermín un largo disimulo, y la amenaza asomó a sus labios al mismo tiempo que brillaba en sus ojos.