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En la falúa de Elorza se hablaba poco: don Mariano y don Máximo llevaban demasiado Medoc en el cuerpo para hallarse en estado de sostener una conversación animada. La señorita de Delgado, secundada por sus hermanas, admiraba con vivos transportes de entusiasmo, abriendo y cerrando mucho los ojos, la puesta del sol.

Veo que también vos seguís siendo el mismo, Sir Oliver, gastrónomo incomparable, cuyo apetito iguala á vuestro valor. ¡Oh, ! La posada de Medoc, en compañía de Lord Pomers y Claudio Latour, y vuestra desesperación al ver perdido el guisado, y cómo perseguisteis al mesonero espada en mano hasta la calle y quisisteis pegar fuego al figón. ¡Ja, ja!

Los pingües viñedos del Medoc se ostentan enfrente de las mieses de la Saintonge, de su variada agricultura. El cielo no tiene la belleza fija, y á veces monótona, del Mediterráneo. El de ese país es muy variable. Aguas saladas y dulces se elevan de las nubes iríseas, proyectando, sobre el espejo de donde proceden, extraños colores, verde-claro, rosado y violeta.

Ah, con vos se renueva la memoria de aquellos buenos tiempos. ¡Qué aventuras, qué tajos y qué guerreros! ¿Os acordáis? á fe mía. Felices días y gloriosos triunfos aquellos. Pero tampoco nos faltaron tribulaciones y pesares. ¿Recordáis lo que nos pasó en Medoc?

A mi izquierda vislumbrábase la Saintonge, cuyas orillas seguía, en espectación, triste é insensible; á mi derecha el Medoc, del que me separaba el río, ofrecía una calma sombría; y detrás de , viniendo del Oeste, del Océano, se elevaba un mundo de negras nubes; aunque, de frente, una fuerte brisa terrestre de Burdeos parecía querer detenerlas.

Había gran curiosidad por ver quienes lo aceptarían y sabíase además que aquellas justas serían las últimas por entonces, ya que el príncipe se aprestaba á salir con toda su gente para la guerra de España. La víspera del torneo llegaron á Burdeos multitud de gentes de todo el Medoc, que tuvieron que acampar fuera de las murallas, en el llano y á orillas del Garona.

Cuando la embarcación, arrastrada desde alta mar por el furioso oleaje, llegó de noche cerca de las costas, había mil probabilidades contra una de no entrar en Gironde. A la derecha, la luminosa punta de Grave le advertía que evitase el Medoc; á la izquierda, el pequeño faro de Saint-Palais le mostraba la peligrosa roca de la Grand'Caute del lado de la Saintonge.

Y ahora considere que en esta capital, a la clase tártara y conquistadora que la posee, obedecen trescientos millones de hombres, una raza audaz, laboriosa, sufrida, política, invasora. Estudian nuestras ciencias... ¿Una copita de Medoc, Teodoro?... ¡Tienen una marina formidable!

No sería gran cosa, buen Oliver; alguna escaramuza que tuvisteis y en la que no tomé parte, pues recuerdo muy bien no haber desenvainado la espada mientras en Medoc estuve.... Siempre el mismo, furibundo Morel, fierabrás incorregible.

Las más de las veces éste le rechaza, y entonces retrocede y se desparrama á derecha é izquierda, escondiéndose por los pantanos de la Saintonge y hasta bajo los viñedos del Medoc, comunicando á sus vinos las cualidades de sobriedad y enfriamiento que constituyen el espíritu de sus aguas.