United States or El Salvador ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cada una de las cajas contenía dos latas de esencia de petróleo. Muy bien dijo al conde, que había permanecido silencioso á sus espaldas, siguiéndole en todas sus evoluciones . ¿Dónde está la tripulación?... Kaledine le señaló tres marineros algo viejos acurrucados en la proa y un muchacho vestido de andrajos.

Se inclinó, ó más bien dicho, se dobló en ángulo, con brusca rigidez, al besar las manos de las dos señoras. Luego se llevó un monóculo de impertinente fijeza á uno de sus ojos, mientras la doctora hacía las presentaciones. El conde Kaledine... El capitán Ferragut.

Navegaba lentamente con sólo algunas velas, cruzando y recruzando las mismas aguas. Kaledine, al transcurrir dos días, empezó á inquietarse. Varias veces oyó Ferragut cómo murmuraba el nombre de Gibraltar. El paso del Atlántico al Mediterráneo era el mayor peligro para los que él esperaba.

Llenó cuatro vasos; y tomando el suyo, miró en torno de ella con indecisión. ¿Dónde cae el Norte? El conde lo señaló silenciosamente. Entonces la dama fué levantando su vaso con solemne lentitud, como si ofreciese una libación religiosa al misterioso poder oculto en el Norte, lejos, muy lejos. Kaledine la imitó con el mismo gesto de fervor.

Al fin se deslizó discretamente, siguiendo el llamamiento de una mano asomada á un cortinaje. La doctora preparaba el y pedía auxilio. La conversación continuó, sin hacer alto en estas ausencias. Kaledine había abandonado los mares asiáticos para pasar al Mediterráneo, y se anclaba en él con una insistencia admirativa.

La doctora, por ser polaca, estaba relacionada con ellos hacía muchos años... Y cesó de hablar, dando entrada á Kaledine en la conversación. Al principio el conde se mostró frío y algo desdeñoso en sus palabras, como si no pudiera despojarse de su altivez diplomática. Pero lentamente esta altivez se fué fundiendo.

No se movió el monóculo de su órbita, pero un temblor ligero de sorpresa parecía rizar su luminosa convexidad. La doctora se apresuró á responder: El conde es un diplomático ilustre que está ahora con licencia, cuidando su salud. Ha viajado mucho, pero no es marino. Y continuó sus explicaciones. Los Kaledine eran una noble familia rusa de tiempos de la gran Catalina.

Empezaron varios de ellos á levar el ancla, y Ferragut miró al conde como si le invitase á salir. El buque se despegaba poco á poco del muelle. Iban á retirar la tabla que servía de puente. Yo voy también dijo Kaledine . Me interesa el paseo.

Kaledine, tal vez por vivir en Nápoles, insistió con predilección en la parte mediterránea comprendida entre la Cerdeña, la Italia del Sur y la Sicilia, ó sea lo que los antiguos habían llamado el mar Tirreno... ¿Conocía el capitán Ferragut las islas poco frecuentadas y casi perdidas enfrente de Sicilia? Yo lo conozco todo afirmó éste con orgullo.

Ulises conocía ahora su verdadera nacionalidad, y él no ignoraba esto; pero los dos continuaron la ficción del conde Kaledine, diplomático ruso. Como todo lo de este hombre imponía respeto en la vivienda de la doctora, Ferragut, atento á su egoísmo amoroso, no se permitía ninguna averiguación, acoplándose á las indicaciones de las dos mujeres.