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El piloto mandó la maniobra. Salió el bote para levar el ancla, el cabrestante comenzó a chirriar para levantarla, las velas se tendieron en los palos, y unos momentos después zarpábamos con viento fresco. Al pasar a la altura de Cabo Engaño recogimos al antiguo piloto Ugarte, que había salido en un junco a nuestro paso.

Según esta regla, el batel de La Santa María debe tener 30 pies de eslora; 9 de manga: 1-1/2 de puntal; 7 bancos de remos pareles. La chalupa era un tercio menor, la proa fina; la popa ancha y llana á fin de tender ó levar con ella las anclas en caso necesario. Las naos del porte de La Santa María sólo llevaban mesas de guarnición en el palo mayor, apoyándolas sobre las bulárcamas.

Tanta prisa les dió el barón y con tan buena maña los recibieron y acomodaron á bordo el capitán y sus marinos, que se dió la señal de levar el ancla cuando el señor de Butrón estaba todavía engullendo los delicados manjares que cubrían la mesa del corregidor.

El puente del vapor se iba llenando con la población heterogénea de pasajeros que se dirigían á distintos puntos de las costas españolas y francesas y á Amberes, Rotterdam ó Hamburgo. El capitán, tipo vigoroso y simpático, marino frances pur-sang, pasó revista á su equipaje, y hallándolo completo, asi como su lista de pasajeros, hizo levar anclas.

Dieron fondo todas á Cabo Páxaro; y temiéndose de unas burrascas que comenzaron de media noche abajo, disparó la Capitana á levar, y algunas dellas, por darse más priesa, se dejaron las áncoras y se fueron todas á Zaragoza. Después perdieron algunas las barcar por enviar por las áncoras. Deste mesmo puerto salieron otras tres veces, y tantas se tornaron sin poder pasar á Cabo Páxaro.

Toca esos cinco, y hasta el sábado á bordo del Sorsogon. Mi amigo se marchó, yo me vestí y.... Han pasado dos días. Son las siete de la mañana y nos encontramos sobre la cubierta del Sorsogon. Un prolongado silbido pone en movimiento cadenas, cuerdas y motones. El complemento de la humana actividad, lo representa el acto de levar un barco. Todo se mueve, todo cruge, todo rechina.

El capitán hizo al instante levar anclas y el buque, arrastrado penosamente por sus dos botes, emprendió una marcha lenta hasta llegar á paraje abierto donde pudiera desplegar las velas. Las lanchas le daban escolta. Reinaba el júbilo en éstas, cambiándose entre unos y otros mil bromas y donaires. El blando movimiento de las olas y la fresca caricia de la brisa excitaban más su alegría.

Pero el sonido metálico y vibrante del molinete se oye: comienzan á levar anclas, y es preciso separarse.

El navío pedirá sus papeles mañana y pasará la visita, de modo de levar anclas á las siete de la noche. Es preciso que le encontremos á la altura de la isla Nou en condiciones de dar en un momento el máximum de velocidad. Podríamos ser perseguidos... Hay un vapor en la rada y si da la alarma, se nos dará caza en un instante. No hay nada que temer; nuestro yate anda bien. Y si nos cañonean...

¿Qué? -respondió don Quijote-. Santiguarnos y levar ferro; quiero decir, embarcarnos y cortar la amarra con que este barco está atado.